El matrimonio es diseño de Dios y es fundamental para la sociedad. Es la unidad más básica, que edifica o destruye a la sociedad. Sabemos que la sociedad no sigue los patrones de Dios y es de esperarse. Pero el creyente tiene la instrucción del Señor para como vivir dentro del matrimonio. Los cristianos hoy día no carecemos de nada para ayudarnos a vivir en el hogar, especialmente en el matrimonio. Y sin embargo, a menudo nuestra manera de vivir dentro del matrimonio no es diferente que el resto. ¿Porqué? No es por falta de información, no es por falta de recursos, sino porque no aplicamos las verdades bíblicas. Podemos añadir también nuestro trasfondo e inclinaciones pecaminosas como factores que lo hacen difícil. Estos resisten la verdad de Dios. Y por supuesto que tenemos la cultura que lo ha hecho fácil para “escaparse” del matrimonio cuando las personas ya no “se aman” o cuando “son incompatibles”.
La idea de un “matrimonio cristiano” suena bien, pero la pregunta que debemos hacernos es, ¿Sigue nuestro matrimonio las verdades bíblicas? ¿Cómo mostramos estas verdades en nuestro matrimonio?
En el caso de este pasaje, había mujeres que habían conocido a Cristo pero sus esposos no eran creyentes. Ellas necesitaban instrucción en cuanto a cómo vivir con ellos. Los hombres también necesitaban la instrucción para saber cómo vivir con sus esposas. Aunque estos casos son específicos y aplican a casos que vemos hoy día ya sea porque el creyente fue desobediente a Dios y se casó con uno que no es creyente o porque uno conoció al Señor y el otro no lo ha hecho todavía, este pasaje aplica a personas casadas y no casadas. Los principios que encontramos son fundamentales para vivir la vida cristiana en contextos interpersonales entre hombres y mujeres de una manera que el Señor es glorificado. Los que estamos casados podemos aprender sobre nuestra manera de ser en el matrimonio y los no casados pueden aprender la manera de honrar al Señor con su manera de ser.