El Príncipe de Paz vino a darnos la paz. Cuando le aceptamos como nuestro Salvador y Señor, Él no solo hace posible la paz con Dios sino con otros.
Nuestra enemistad o falta de paz con Dios también afectó nuestra relación unos a otros. Nos afecta en nuestras relaciones. Santiago 4:1 nos dice de dónde vienen estos conflictos y guerras interpersonales. Recuerda esto cuando tienes desacuerdos o peleas con otros. Esto no viene de Dios, viene de tus deseos pecaminosos que todavía llevas dentro de ti. Es una lucha diaria por la paz de Dios en nuestras vidas. ¡Cuantas cosas tratan de robar la paz!
¿Qué te está robando la paz?
Hay varias cosas que debemos entender sobre la paz entre nosotros.
No Hay Necesidad de Enemistad – Efesios 2:15-16
Efesios dice:
“aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,
y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.”
Hay Unidad en Cristo nuestra paz,
“Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,”
Cristo rompió la pared que dividía a los judíos con los gentiles a través de su muerte, sepultura y resurrección. Literalmente, había una pared en el templo de cinco pies entre la corte de los gentiles y la de los judíos (las mujeres). Cristo derribó espiritualmente esta pared. En el año 70 el templo fue destruido y desde entonces ya no existe esa pared.
En Cristo ya no habría esa división física ni espiritual. Serían uno en Cristo.
Esto es lo que enseña Gálatas 3:28
“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.”
Podemos aplicarlo a nuestra iglesia leyéndolo así: “Ya no hay, colombiano, mexicano, salvadoreño, puertorriqueño, hondureño, americano, asiático, oriental, no hay varón ni mujer; porque todos somos uno en Cristo Jesús.”
Él derribó la pared que nos dividía. Pero nosotros la construimos, y al hacerlo destruimos lo que Dios ha creado. Se cuenta la historia de un hombre inglés que tenía un castillo en la costa. Muchas personas venían y destruían el castillo ya que nadie vivía allí. El dueño decidió hacer algo. Contrato a alguien para que construyera un muro alrededor del castillo. Al poco tiempo de haber comenzado el contratista vino al dueño y le dijo que no podía continuar construyendo el muro porque no tenía rocas para construirlo. El dueño le dijo, “No me importa, de donde traes las rocas, quiero que lo termines.” Al terminar el muro, vino el dueño a verlo y se dio cuenta que estaba muy hermoso, pero se dio cuenta que el castillo había desaparecido. El dueño le dijo, que había hecho. El contratista le dijo, “Tú me dijiste que usará lo que encontrara, y encontré ese castillo viejo y destruido para construir el muro.”
Eso es lo que nosotros hacemos. Destruimos la iglesia de Dios cuando construimos muros basados en nuestras preferencias basadas en la cultura o el trasfondo étnico de los creyentes. Somos UNO en CRISTO. No hay necesidad de un muro.
Esto es lo somos y perseveraremos en ser en nuestra iglesia.
Hay Amor
No solo esto, sino que hay amor unos a otros. Somos un edificio espiritual, unido ayudándose mutuamente y que se construye en amor.
Efesios 4:16 dice esto:
“de quien (de Cristo) todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.”
El Príncipe de paz nos ha traído la paz con Dios, pero también la paz con otros creyentes no importa de qué trasfondo vienen. Él como la Cabeza, nos ha unido en su Cuerpo, la iglesia para que nos ayudemos mutuamente y estemos creciendo unidos en amor.
¿Cómo recibir esta paz?
1. Recibiendo al Príncipe de Paz – Juan 14:27; Romanos 5:1
Jesús el Principe de Paz nos ofrece paz. Es la paz con Dios. El es el único que puede darte esta clase de paz que no depende de tus circunstancias. Para recibirla tienes que recibirlo a Él como tu paz con Dios. Este es el comienzo.
¿Te has rendido en adoración a Él como o hicieron aquellos “reyes magos”, los pastores y muchos otros que lo hemos hecho y experimentado su paz?
2. Dependiendo del Espíritu Santo – Gálatas 5:22
Pero esta paz se sigue cultivando en comunión con Él cada día. No hay substituto para la dependencia del Espíritu Santo. El produce el “amor, gozo, paz, paciencia…”
Hudson Taylor, misionero pionero, hombre de fe dijo:
“Somos un pueblo sobrenatural, nacido de nuevo por un nacimiento sobrenatural, mantenido por un poder sobrenatural, alimentado con alimento sobrenatural, enseñado por un Maestro sobrenatural, de un Libro sobrenatural. Somos conducidos por un Capitán sobrenatural en el camino correcto hacia victorias aseguradas.”
Hemos prestado demasiada atención a los métodos, a la maquinaria, a los recursos, y muy poco a la Fuente de Poder; la llenura del Espíritu Santo…Se nos ordena estar llenos del Espíritu. Si no estamos llenos, estamos viviendo en desobediencia y pecado, y la causa de nuestro pecado es la causa del antiguo pecado de Israel, es el pecado de la incredulidad.”
3. Descansando en Él – Colosenses 3:15; Is. 26:3
Hoy día tenemos el problema de correr de un lado para otro. El director una nueva película dijo:
“¿Somos lo suficientemente disciplinados como para construir una pausa adecuada en nuestra vida? ¿O estamos tan cansados de correr que solo los actos de Dios o las grandes fuerzas externas nos impulsan a detenernos, hacer un balance de lo afortunados que somos?” dice Anderson. “Y sin eso, la mayoría de nosotros seguiremos apresurándonos como locos, sin mirar lo que está justo frente a nosotros”.
– Paul Thomas Anderson, Director “El Hilo del Fantasma”
– El gran misionero, pionero, hombre de fe y oración, Hudson Taylor visitó al pastor Hussey Macartney en Melbourne en 1890 y escribió de el:
“Él fue una lección objetiva de quietud. Sacó del Banco del Cielo cada centavo de su ingreso diario: “Mi paz te doy”. Lo que no agitaba al Salvador, o inquietaba su espíritu, tampoco lo agitaba a el. La serenidad del Señor Jesús con respecto a cualquier asunto y en su momento más crítico, esta era su posesión ideal y práctica. No sabía nada de apresuramiento o prisa, de nervios temblorosos o irritación del espíritu. Sabía que había una paz que pasaba todo entendimiento, y que no podría prescindir de ella.
Ahora, yo era completamente diferente. Mi disposición era peculiarmente nerviosa, y con una vida ocupada me encontrába en un temblor todo el día. No disfrutaba del Señor como sabía que debería. La agitación nerviosa me poseía mientras había algo que hacer. La mayor pérdida de mi vida fue la pérdida de la luz de la presencia del Señor y el compañerismo durante mi tiempo en el que escribía. El correo diario me robaba su encantadora presencia.
“Estoy en el estudio, y tu estás en la gran habitación libre”, le dije al señor Taylor por fin. “Estás ocupado con millones de personas, yo con decenas. Tus cartas son urgentemente importantes, mías de comparativamente toman poco tiempo. Sin embargo, estoy preocupado y angustiado, mientras que tu siempre estás tranquilo. Cuéntame qué hace la diferencia “.
“Mi querido Macartney”, respondió, “la paz de la que usted habla es en mi caso más que un privilegio delicioso, es una necesidad”.
Dijo más enfáticamente: “No podría superar el trabajo que tengo que hacer sin la paz de Dios”, que sobrepasa todo entendimiento “para mantener mi corazón y mi mente”.
Esto es lo que nosotros debemos aprender a hacer. ¿Cómo encontrar esta paz?
George Muller (1805-1898) , que fue pastor, predicador por más de 60 años, cuidó a más de 10,000 huérfanos en Inglaterra era un hombre de fe y oración. El dijo que nuestra felicidad debe de estar en el Señor. Nada debe de ser más importante:
“Cuanto más sabemos de Dios, más felices somos. . . . y cuanto más nos familiarizamos con él, más felices nos volvemos. ¿Qué nos hará tan sumamente felices en el cielo? Será el conocimiento más completo de Dios”
George Muller dijo que esto viene a través de las Escrituras:
“Vi que lo más importante que tenía que hacer era entregarme a la lectura de la Palabra de Dios y a meditar sobre ella. . . . ¿Cuál es la comida del hombre interior? No oración, sino la palabra de Dios; y. . . no es la simple lectura de la palabra de Dios, de modo que solo pasa por nuestras mentes, así como el agua corre por una cañería, pero teniendo en cuenta lo que leemos, reflexionando sobre ello y aplicándolo a nuestros corazones.”
George Muller leyó la Palabra cerca de 200 veces en sus más de 90 años de vida. Pero no solo la leyó sino que se deleitó en Dios.”
Esto es lo que nosotros debemos hacer.
4. Orando a Él – Filipenses 4:6-7
¿Cómo hacer esto? Harriet Beecher Stowe escribió:
“Usted se despierta por la mañana y se encomienda al cuidado de Cristo durante el día. La primera tentación que te asalta puede llevarte a perder el tiempo. Diga inmediatamente: ‘Señor, ayúdame en este particular’. Lo siguiente puede ser una tentación para la irritación. Echate de nuevo en Cristo para esto. Unas horas después puedes sentirte tentado a hacer comentarios de censura sobre algún vecino. Echate sobre Jesús. Un tiempo después, quizás te olvides de ti mismo y pronuncies una expresión apresurada o mal juzgada. Dirígete instantáneamente a Cristo, confiesa tu culpa y pide ayuda adicional. Si te encuentras acosado por dificultades y tentaciones inusuales, y corres el riesgo de olvidarte de qué tipo de espíritu eres, no de tus pasatiempos, sino por unos momentos, y pídele ayuda a Jesús.” – Harriet Beecher Stowe, Cómo Vivir en Cristo” –
¿Cómo compartir con otros la paz?
El Príncipe de paz vino para anunciar la paz con Dios
“Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca;” Efesios 2:17
Y ahora nosotros tenemos el calzado del evangelio de la paz – Efesios 6:15
Compartamos esta paz con otros, la paz con Dios a través de Cristo.
Si, el llamado nuestro es compartir las Buenas Nuevas del Principe de Paz. Mostremos al mundo lo que significa antes que preocuparnos por tantos regalos, comidas, y vestirnos de duende o de Santa Claus.
La Oración de hoy para nosotros:
Números 6:24-26
Jehová te bendiga, y te guarde;
Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia;
Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.