La primera razón es que somos siervos de Dios vv. 17-18
“Haz bien a tu siervo”
La Biblia dice que somos “siervos” o servidores del Señor. 1 Pedro 2:16 ¿Te parece esto extraño? La idea de “siervo” suena como esclavo y no nos gusta. Y por eso muchas veces decimos “servidores”. Pero mal entendemos que el carácter de Dios. Es un privilegio ser sus siervos. Sus siervos son sus hijos, y sus hijos son coherederos con Cristo. Tenemos una herencia eterna y como tales no podemos hacer menos que servirle como siervos.
Nuestro Señor Jesucristo, nuestro ejemplo, siendo el Hijo de Dios se humilló como siervo dando su vida en la cruz, y Dios le exaltó levantándole de los muertos para que por medio de Él podamos ser hijos de Dios. Y no solo somos sus hijos, sino sus siervos. Siervos porque nos sometemos a su voluntad enseñada en su Palabra cumpliendo lo que Él manda.
Como sus servidores, Dios también nos usa como sus emisarios para compartir con otros las Buenas Nuevas de salvación. Nos usa para llevar a cabo su plan de redención o rescate como lo enseña su Palabra. ¡Es un honor ser siervos del Rey de Reyes! Como sus servidores nuestro deber primordial es obedecer su Palabra antes de compartirla. Para esto necesitamos de su provisión y su iluminación.
Necesitamos la Provisión Completa de Dios en nuestras Vidas v. 17
1. Necesitamos la Provisión de Dios para Vivir de Acuerdo a su Voluntad
“Haz bien a tu siervo; que viva” v. 17a
Antes de conocer a Cristo “merecíamos” nada sino el castigo de Dios por nuestros pecados. Cuando Cristo nos salvó Dios nos dio muchos beneficios, nos dio de su generosidad. El promete “proveer” o darnos generosamente. El Salmo 103:1-5 nos dice esos beneficios. Todos los beneficios de Dios son para que vivamos de acuerdo a su voluntad.
Dios nos suplirá todo en Cristo Jesús (Filipenses 4:19) para que podamos vivir de acuerdo a la voluntad del Señor.
Como puedes ver, nuestro Dios es dadivoso y generoso. El desea proveer para TODAS las áreas de tu vida. La parte de Dios es proveer generosamente, la parte nuestra es que necesitamos ser obedientes.
¿Cuantas veces nos quejamos en vez de agradecer a Dios por su provisión? Deberíamos ser los siervos más agradecidos porque sin merecer nada, Dios nos ha provisto todo lo que necesitamos para esta vida y para vivir en la eternidad.
2. Necesitamos la Provisión de Dios para ser Obediente
“Y guarde tu palabra” v. 17b
El salmista ora por esta provisión para vivir de acuerdo a la voluntad de Dios y seguir siendo obediente a su Palabra. Él quiere cumplir lo que Dios le ha mandado. ¿Porqué? Porque solo cuando depende en Él es que puede producir fruto de justicia, fruto espiritual que glorificará a Dios. Juan 15
¡Qué diferente es muchas veces en nuestra vida! Queremos que Dios nos provea para ser felices, para gozarnos, pero no para ser obedientes a Él. En las situaciones prósperas, lo ignoramos. No le buscamos. Pero cuando vienen los problemas le buscamos. Se convierte en el ciclo vicioso.
El salmista dice, “Sígueme proveyendo como tu siervo para que pueda ser obediente”, esta debe ser nuestra oración.
No solo necesitamos su provisión en nuestra vida como sus siervos o servidores, sino que
Necesitamos la Iluminación de Dios de su Palabra v. 18
“Abre mis ojos, y miraré
Las maravillas de tu ley.”
Como siervos del Señor necesitamos ser guiados por Él a través de su Palabra. Pero para esto necesitamos su ayuda.
“Abre” significa descubrir o quitar lo que cubre. Es la misma palabra que se usa en el versículo 22, “aparta”.
Para poder entender espiritualmente la verdad Divina, primero necesitamos que nuestro Señor nos abra los ojos. Esto sucede al recibir a Cristo. ¿Recuerdas antes de creen en Cristo que no entendías lo que decía la Biblia? Se te hacía raro.
El pecado de no creer en Él nos tenía ciegos a toda la verdad de Dios. 2 Cor. 3:14-15; 4:4. Una vez nos arrepentimos y creemos en Cristo como nuestro Señor y Salvador, Él nos abre los ojos a las verdades espirituales. Es como cuando estás en lo oscura y estás tratando de leer y te sientes frustrado. Pero prendes la luz y dices, “Ah, ahora sí puedo ver.” Así dice la Escritura que era antes de conocer a Cristo.
De aquí en adelante, Dios continúa mostrándonos y enseñándonos su verdad. Es algo continuo lo que llamamos iluminación.
Cuando abrimos la Palabra demos rogar que Dios nos ilumine, que nos abra los ojos para mirar lo maravillosa que es. ¿Porqué no miramos lo maravillosa que es? Primero porque no la leemos. Segundo es porque no pedimos que Dios nos muestre sus maravillas.
La Biblia es suficientemente sencilla para que un niño la lea y la entienda, y suficientemente profunda para que un teólogo no toque el fin.
Un evangelista italiano en los años 1800 hablaba con un hombre dueño de un campo frutal en el norte de Italia. Al hablar con este hombre, le dijo, “Usted me dice que este libro es la Palabra de Dios, pero no tiene ninguna prueba.” El evangelista cambio el tema y mirando a el fruto de los árboles le dijo, “¡Que peras tan agradables, que pena que se de muy baja calidad!” El hombre le dijo, “¿Qué? ¿Cómo?, ¿De mala calidad?, pero si es claro que Ud. no las ha probado. Tome una o dos y pruébelas”. El evangelista lo hizo y comenzó a comer una. “Tiene razón le dijo el evangelista, estas peras están excelentes. Pero Ud. también debe hacer lo mismo que yo hecho pero con mi libro. Pruebe que la Palabra de Dios es buena.” – Citado y Traducido de Preaching Illustrations from Church History por Ron Prosise
Nunca descubrirás las maravillas de la ley del Señor sino las pruebas pidiéndole al Señor que te ayude.
Pablo lo expresó así en Efesios 1:17-21. Queremos conocer su sabiduría, su conocimiento, queremos saber sobre nuestra esperanza, queremos saber sus riquezas de la gloria de su herencia y la grandeza de su poder, el mismo que resucitó a Cristo de entre los muertos. Queremos conocer a Dios a través de su Palabra. Queremos conocerle y obedecerle haciendo su voluntad.
Como siervos o servidores del Señor necesitamos su provisión y la iluminación Palabra para vivir haciendo su voluntad.
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