La semana pasada se publicó “
El Estado de la Teología en los Estados Unidos” llevado a cabo por LifeWay Research. Ellos entrevistaron a 3,000 Americanos acerca de aspectos teológicos. Ellos preguntaron acerca de Dios, Cristo, la salvación, la Biblia y la ética bíblica.
Podríamos parar aquí y predecir lo que descubrieron ya que lo sabemos. No requiere mucho para darnos cuenta de que los creyentes o evangélicos hoy día no entienden que es ser un seguidor en Cristo.
En general, se “descubrió” que conocen las creencias bíblicas de una manera superficial. Por ejemplo:
– El 69% no creen que un pecado pequeño condena al infierno.
– El 58% no creen que es necesario ir a la iglesia para adorar a Dios
– El 58% creen que el Espíritu Santo es una fuerza no una persona.
– El 52% creen que toda persona es buena
– El 51% creen que Dios acepta la adoración de todas las religiones.
– El 44% no creen que el homosexualismo que condena la Biblia no aplica hoy.
– El 52% cree que el aborto es pecado.
– El 53% de los mileniales creen que la Biblia contiene mitos y cuentos que son beneficiosos pero que no son ciertos
– El 78% creen que Jesús fue el primero y la creación más grande de Dios Padre
Esto nos muestra varias cosas:
1. Que como iglesia hemos fallado en comunicar claramente la verdad bíblica
2. A nivel personal, nos dice que somos creyentes perezosos. No tenemos deseo, ninguna disciplina en nuestra vida espiritual, y por esto no sabemos ni quienes somos en Cristo ni que debemos creer en Cristo.
La carta a los Filipenses es un carta Cristológica (una simple lectura mirando cuantas veces aparece la palabra “Cristo”, “Jesucristo” o “Cristo Jesús” muestra esto). Es una carta en la que Pablo muestra a los Filipenses y a nosotros, de que Cristo debe ser el centro de nuestra vida una vez creemos en Él como nuestro salvador y Señor.
Esta no era un teología creada por Pablo. Esta fue la enseñanza de nuestro Señor Jesucristo.
En Lucas 9:23-24 dijo:
“Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.”
Esto es el llamado a seguirle, a ser su discípulo. Vivir para nosotros mismos, creyendo lo que queremos, haciendo lo que queremos, y no la voluntad del que nos salvó no es una opción. Hemos sido llamados a vivir para Cristo.
Este capítulo nos da varias realidades teológicas prácticas para perseverar en nuestro largo caminar con Cristo. Pablo nos da su ejemplo de cómo Cristo es el centro de su vida y como persevera para poder llegar al fin de su jornada espiritual. Es un capítulo personal en el que San Pablo es transparente en cuanto a su vida y caminar con Cristo. Nos brinda su ejemplo como un reto que es necesario para vivir en Cristo.
¿Cómo perseverar hasta el final en mi vivir con Cristo?” Este capítulo nos contesta esta pregunta. Nos da los puntos estratégicos para seguir fielmente a Cristo. No son automáticos. Esto es parte de ocuparnos de nuestra salvación.
I. Gozándonos en el Señor en medio de dificultades v. 1
“Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro.”
A. El gozo del Señor no es una añadidura sino algo indispensable para perseverar en Cristo v. 1a
“Por lo demás, hermanos…”
Los Filipenses eran colaboradores en el evangelio, estaban experimentando dificultades por compartir su fe, había rumores, y contiendas, Epafrodito iría en camino dentro de muy pronto y posiblemente vendrían más problemas. En este contexto, Pablo les dice, “por lo demás” o “por esto les digo…” o “por lo que falta”, “gozaos”. El gozo en el Señor no es una añadidura, algo extra a nuestra fe, debe ser nuestra ancla para ayudarnos a perseverar en la fe en medio de dificultades.
B. El gozo del Señor nos da seguridad en las dificultades v. 1b
“Gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro.”
Para los Filipenses era algo que necesitaban escuchar otra vez. Pablo ya les había dicho que se regocijaran (Fil. 2:18) y lo hará otra vez en el capítulo 4. A Pablo no le molestaba escribirles lo mismo y sin duda a ellos tampoco porque lo necesitaban escuchar para animarlos. Recordemos que Pablo estaba en la cárcel y él se regocijaba en medio de sus circunstancias (c.f. 1:18; 2:17)
Hoy día es diferente. No nos gusta escuchar dos veces lo que Dios nos manda y necesitamos, pero no nos gusta obedecer. “Pastor, ya no me diga eso…lo sé” escucho decir pero no pasa de “lo sé” a “lo haré”.
El gozo del Señor les traerá seguridad en medio de las dificultades que experimentaban debido al evangelio. ¿Porqué? Porque viene del Señor, no depende de las circunstancias, no depende de nuestro punto de vista o nuestro sentir y no es temporal.
Es igual para nosotros hoy. Necesitamos el gozo del Señor para perseverar en nuestro vivir con Cristo. No creamos que este gozo significa que no habrá tristezas, ni luchas largas ni sufrimiento. Pero en medio de todo esto, el gozo del Señor será nuestra fortaleza. No es nuestro gozo, es SU gozo. Cristo es nuestro gozo. Cristo es el que nos da SU gozo. Y este viene, cuando nos deleitamos en Él, cuando es el centro de todo nuestro vivir y transciende cualquier dificultad que tenemos.
¡Qué difícil es para nosotros hacer esto! Estamos tan acostumbrados a la felicidad temporal de este mundo. Nos trae más felicidad nuestra “Disneylandia” que vivir para Cristo y por esto no tenemos el gozo del Señor.
Si no estás experimentando el gozo del Señor es muy probable que el no es el centro, el eje, que maneja tu vida. Eres tú. Como iglesia necesitamos todos tener este gozo.
¿Te gozas en el Señor en todo momento?
La segunda manera de perseverar en nuestra vida en Cristo es,
II. Evitando seguir falsos maestros v. 2
“Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo.”
Pablo hace un cambio drástico de tono, es directo y enfático (tres veces dice “guardaos”) y les dice a los Filipenses que deben tener cuidado, mantenerse lejos, evitar seguir a los falsos maestros. Estos eran lo opuesto a Timoteo y Epafrodito que eran hombres de Dios ejemplares.
La idea es no solo de mantenerse lejos de ellos sino también que deben saber que es lo malo que están enseñando y evitarlo.
A. ¿Quienes eran?
Pablo usa un término fuerte, llamándoles “perros” un término usado para las personas que no eran judías. Los perros no eran mascotas para los judíos, sino animales asquerosos (se comían su vomito y hasta cuerpos de muertos) y rabiosos. Las personas que llamaban “perros” los judíos comían toda clase de animales impuros y no seguían las leyes de purezas judías.
Pablo voltea este concepto y lo aplica a los judaizantes porque ellos negaban a Cristo como el único Salvador añadiendo la circuncisión (y la Ley) como requisito para ser salvos. Escogieron seguir su propia justicia (algo asqueroso para Dios) antes que la justicia en Cristo.
Estos eran “malos obreros” porque no enseñaban ni vivían la verdad de Dios. Eran mutiladores del cuerpo” una referencia a la circuncisión. Para los judíos los mutiladores eran los paganos que se cortaban como acto de adoración a su dios, para Pablo estos judaizantes eran esos mutiladores. Estas personas eran judíos que pretendían ser cristianos pero en realidad no lo eran.
B. ¿Qué enseñaban?
Estos eran judíos que enseñaban que un verdadero judío o creyente debería ser circuncidado. Para estos la perfección venía por guardar este rito y no por la fe en Cristo. Además debían guardar toda la Ley, que era algo imposible.
Debemos tener cuidado con los falsos maestros hoy día. Como en todos los tiempos, pero hoy quizás más debido a los medios de comunicación es más fácil ser expuesto a ellos.
C. ¿Quienes son hoy?
Los que enseñan que la salvación no es solo por fe en Cristo. Los que enseñan que hay que seguir reglas para ser salvos. Los que enseñan que los que sufren están en pecado. Los que enseñan que Dios desea que todos seamos ricos. Los que enseñan que debemos tener una segunda conversión para ser cristianos verdaderos. Los que enseñan que podemos demandar a Dios que nos de cualquier cosa que queramos. Los que enseñan palabra de hombre antes que la Palabra viva de Dios substituyéndola con sus historias, ilustraciones y chistes que hacen reír pero no nos ayudan a perseverar en nuestro vivir en Cristo.
No solo debemos evitar a estos falsos maestros que no enseñan la verdad de Dios, sino también debemos entender quienes somos en Cristo.
III. Entendiendo quienes somos en Cristo v. 3
“Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.”
A. Somos verdaderos adoradores y servidores de Dios por medio de Cristo v. 3a
“Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios”
La circuncisión fue dada a los judíos como una señal de pacto entre Dios y su pueblo (Gén. 17:11). Era un acto externo que indicaba que habían creído en la promesa de salvación.
Pero esto no salvaba. Sin embargo, los judíos llegaron a creer que esto era el requisito para ser parte del pueblo de Dios, el requisito indispensable para ser llamado “hijo de Dios”.
Es por la fe en Cristo Jesús que llegamos a ser verdaderos adoradores, servidores de Cristo y parte del nuevo pacto. (Rom. 4:9-12) Somos la verdadera circuncisión, la circuncisión espiritual porque nuestros corazones (y no una parte del cuerpo) han sido cambiados por medio de la fe en Cristo. (Rom. 2:28-29; 3:28-29) La circuncisión no sirve de nada, no nos puede dar la salvación porque no es por obras que somos salvos (Gál. 5:1-2, 6).
Adoramos a través del Espíritu Santo que vive en nosotros. Rom. 8:8-9
Es el Espíritu Santo que nos ha dado acceso directo a Dios y por el cual podemos adorar a Dios.
B. Somos verdaderos creyentes porque Cristo es nuestra gloria v. 3b
“y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.”
Como la verdadera circuncisión (el cambio de corazón, la transformación espiritual, el nuevo nacimiento) nuestra jactancia no viene de nada que nosotros hayamos hecho o podamos hacer. Hay dos razones importantes. Una es que no podemos salvarnos por nuestras obras. Segundo, es porque si Cristo es nuestra salvación, no hay de que jactarnos. Nuestra gloria, nuestra jactancia es nuestro Señor Cristo Jesús. 1 Cor. 1:31
Esto nos lleva a confiar más en Él y a no confiar en nuestros propios esfuerzos.
Para perseverar en nuestro vivir en Cristo debemos entender esto. Esto nos ayudará cuando en nuestro camino pensemos que nuestro éxito o falta de éxito espiritual es porque no hemos hecho mucho o hemos mucho y pensamos que lo merecemos. Debemos entender que Cristo lo hizo todo para salvarnos y nos ha dado su poder para vivir.
Nosotros debemos depender de Él en cada paso que damos. Cuando no vamos bien o sentimos que vamos muy bien pero en realidad no es así, es porque nos hemos desviado de quienes somos en Cristo y creemos que somos MÁS o somos MENOS. Ambos conceptos son equivocados.
¿Entiendes quién eres en Cristo? ¿Vives de acuerdo a esta realidad?
Si tu no has dado tu vida a Cristo porque todavía piensas, o sientes que no lo necesitas hacer debes entender que nada puede darte la salvación solo la fe en Cristo. No hay obra que tu puedas hacer que te pueda salvar o hacer justo delante de Dios ni que te pueda ayudar a conocer más a Cristo.
¿Cómo estás perseverando en tu vivir en Cristo?
IV. Rechazando nuestra auto perfección para conocer a Cristo vv. 4-11
Habiendo hablado de como en Cristo no hay lugar para confianza humana (“en la carne”), Pablo ahora va a enseñarles usando su ejemplo de su vida pasada y presente de como la perfección por medio de esfuerzos humanos no nos ayuda en nuestro caminar con Cristo ni da la gloria a Dios.
La auto perfección trae una justicia por obras que te hacen sentir auto suficiente pero no trae a el conocimiento de Cristo.
A. El ejemplo de Pablo como RELIGIOSO que confiaba en auto justicia vv. 4-6
Pablo comienza su enseñanza diciendo que si vamos a hablar sobre confianza humana con logros, en comparación a aquellos judaizantes (o a sus prosélitos) que se jactaban, él tenía mucho más para jactarse.
“Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: “ v. 4
El punto no es el de jactarse en sus logros sino que al compararse a ellos los dejaba atrás pero esto no valía, era basura, era nada delante de Dios porque Cristo es más valioso que todo logro personal.
Pablo menciona seis maneras en que él pudiera confiar en sus propios logros:
1. Su herencia espiritual: “circuncidado al octavo día” v. 5a
Su herencia espiritual era impecable. Era un judío fiel que seguía la ley desde el momento que sus
padres lo circuncidaron.
2. Su descendencia: “del linaje de Israel, de la Tribu de Benjamín” v. 5b
Pablo podía trazar su descendencia como un verdadero israelita. Su descendencia podía trazarse directamente a la tribu de Benjamín.
Muchos judíos no podían hacer esto, especialmente los de las diez tribus que se habían mezclado con la nación de Siria. La tribu de Benjamín era muy especial por varias razones. Benjamín fue el único hijo de Raquel esposa de Jacob nacido en la Tierra prometida. De la tribu de Benjamín salió el primer rey de Israel y fue leal a Israel durante la división que tuvieron las doce tribus.
3. Su cultura: “hebreo de hebreos” v. 5c
Muchos judíos habían mezclado su cultura con otras culturas (como las diez tribus). Algunos hasta habían olvidado el idioma hebreo. Pero no Pablo. Pablo era un verdadero hebreo de hebreos.
4. Sus logros religiosos: “en cuanto a la ley, fariseo” v. 5d
Los fariseos era el grupo élite de 6,000 desde el tiempo de los Macabeos (años 152 a. C). Estos hombres eran celosamente dedicados a la Ley judía y la guardaban (especialmente las interpretaciones de la Ley, la ley oral) al pie de la letra. Pablo era un de esos fieles, superior a todos. Tenía un rango muy alto.
5. Su celo: “en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia” v. 6a
Pablo fue tan celoso de su religión que cuando “nació” el “cristianismo” hizo su misión exterminarla. Él no podía aceptar que nada contaminara su religión. Fue así que se convirtió en el perseguidor de la iglesia (c.f. Hechos 7:58,8:1; 9:1-2) Bajo su autoridad fue que Esteban fue apedreado por su fe en Cristo. Pablo era imparable y solo Cristo pudo pararlo en camino a Damasco. Fue Jesús mismo que le pidió cuentas diciendo, “Pablo, Pablo porque me persigues…” (Hechos 9:4; 22:7; 26:14-15).
6. Su vida espiritual: “en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible” v. 6b
Nadie podía acusar a Pablo de no guardar los 613 mandatos de la Ley. El seguía la Ley al pie de la letra. Él se podía declararse justo ante otros sin nadie poder reclamarle lo contrario. Y sin embargo no conocía a Cristo.
Nadie podía gloriarse de sus logros como Pablo y comparado con los judaizantes, él los dejaba atrás.
Para Pablo en ese entonces todo esto era “ganancia”.
Pero el punto de todo esto, es que todo esto que el consideraba ganancia, las llegó a estimar “como pérdida por amor de Cristo” cuando fue transformado por su fe en Él.
Tu puedes ser el hombre más religiosos, más famoso, más rico, más talentoso, pero sin Cristo tu vida no está completa. Nada va a satisfacerla.
Quizás tu no tienes mucho, no tienes mucho porqué ser feliz, ni siquiera eres muy religioso pero no tienes a Cristo, tu vida está incompleta. Quizás tienes deseos de ser una persona que se supera pero sin Cristo será vana la búsqueda. Quizás estás atado a un vicio, o no piensas que hay nada muy importante para vivir más que trabajar, y vivir, pero sin Cristo tu vacío no será llenado con nada.
Escucha lo que Pablo dice en los siguientes versículos. Pablo se dio cuenta que nada tiene valor superior excepto Cristo en su vida.
B. El ejemplo de Pablo como CREYENTE en Cristo rechazando todo vv. 7-11
1. Su PASADO: todo eso fue una pérdida personal v. 7
“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.”
En su pasado antes de conocer a Cristo Pablo se sentía realizado, había ganado todo lo que deseaba. Antes de aquel día en que fue confrontado por Cristo, iba furioso en busca de cristianos para traerlos presos a Jerusalén. Creía que eso era la razón para vivir, para añadir a sus ganancias. Pero se dio cuenta que estaba equivocado y que nada de eso era ganancia.
Pablo usa términos de contabilidad para hablar de su vida, ganancia y pérdida. En las finanzas los números no mienten, hay ganancias y hay pérdidas. Es algo claro.
En nuestra vida también hay ganancias y pérdidas. El problema es que cuando no las miramos desde el punto de vista de Dios nos equivocamos en lo que son ganancias y pérdidas. En la contabilidad de Dios el que pierde su vida por Cristo la gana, y el que la gana para sí, la pierde.
Así fue para Pablo. Hasta que no conoció a Cristo es que se dio cuenta que todo lo que había logrado eran sin valor y tuvo que “contarlas” (una decisión mental, no una emoción) cómo pérdida por “Cristo” (la palabra “amor” no está en el texto original). No substituyo estas cosas por otras mejores. Cristo tomó control de su vida. Cristo llegó a ser su razón para vivir. Su vivir era Cristo.
¿Qué cosas consideras tu como tus ganancias? Si no las consideras como una pérdida por Cristo no podrás tenerle a Él. Solo hay dos opciones, no más, tú perfección por tus ganancias o perder todo para seguir a Cristo. Debes tomar una decisión calculada para seguir a Cristo, vivir perseverando en Él.
2. Su PRESENTE: todas las cosas siguen siendo una pérdida personal v. 8
“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”
El contar todo como pérdida no paró todo después de creer en Cristo. Decidió dejar todas estas cosas y aun hasta este momento rehusó considerar cualquier ganancia personal. No solo esto sino que consideró todas las cosas como estas como “perdida”.
Esto es lo opuesto a lo que nosotros hacemos. Pensamos que después de conocer a Cristo ya podemos vivir como queremos. Esto es lo que muestra la encuesta hecha por LifeWay.
¿Porqué hace esto Pablo? Porque no mejor buscar las ganancias “cristianas”. ¿Porqué no ser un gran orador, o maestro o rabino cristiano? ¿Porqué no quedarse en un lugar y establecer una iglesia de miles?
¿Porqué no ser como muchos cristianos hoy viviendo vidas tranquilas, prósperas, yendo a la iglesia los domingos, sirviendo en la iglesia, dando de sus finanzas, teniendo su propia familia, y disfrutando de la vida en Cristo?
¿Porqué decide Pablo en el presente “considerar” todas las cosas que le hacen estar confiado en sí mismo como pérdida? La respuesta sencilla y directa es Cristo. El quiere ganar a Cristo. Pablo amplia esto.
El quiere:
a. Conocer a Cristo su Señor es supremo v. 8a
“por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor”
Vivimos en un mundo que anhela el conocimiento. Y aunque el conocimiento intelectual es bueno, no lo es todo. Para Pablo, conocer a Cristo no era algo intelectual, sino conocimiento íntimo, profundo, es algo supremo.
Hace poco miré una imágenes de nuestra planeta que los astronautas del la Estación Internacional tomaron. ¡Es algo increíble! En ese momento pensé, “El Dios que creó este planeta es mi Dios.” Quitó mis dudas y afirmó mi fe al pensar “¿Quién más pudo hacer esto?”
Para Pablo en la balanza de lo que vale más, o pesa más, nada tiene comparación por conocer a Jesús su Señor. El que ha descrito en el capítulo 2 como el que ha sido declarado Señor de todos es su Señor. El Señor creador del Universo. Así debe ser para nosotros. Nada debe ser más importante que conocer a nuestro Señor. Debemos decir como Tomás, “Señor mío y Dios mío”.
¿Deseas conocerle así? ¿Estás dispuesto a tenerlo todo como pérdida por Cristo?
¿Cómo conocerle? Pablo explicará más adelante. Pero conocer a Cristo no es pasivo. Requiere considerar todo como basura y someternos a su señorío para ser obedientes. Requiere buscarle intensamente a través de su Palabra, la oración y una relación intima con Él.
Pablo quiere
b. Poner a Cristo en su vida antes que cualquier otra cosa o persona v. 8b
“por amor del cual lo he perdido todo”
Pablo como judío lo perdió todo, literalmente. Lo perdió todo por seguir a Cristo. Un judío que rechazaba el judaísmo era excomulgado y hasta se tenía una ceremonia de muerte. Pablo al seguir a Cristo lo perdió todo.
Hoy día aquí en los Estados Unidos no perdemos nada por seguir a Cristo. Somos mediocres porque no nos cuesta nada. En otros países seguir a Cristo cuesta todo y los creyentes son fieles.
En dos semanas hablaremos sobre la iglesia perseguida que lo da todo por Cristo.
Pablo lo dejó todo por Cristo, para ganar a Cristo. Mi amor hacia Él debe ser superior al de mi esposa, y lo es. Y sin embargo me ha costado en ciertas ocasiones. No he estado dispuesto a dejarlo todo. Creo que estoy allí hoy. Nada quiero más que Cristo.
¿Y qué tal tú? ¿Consideras todo cómo una pérdida por amor a Cristo?
Pablo dice que
c. Nada es mejor que ganar a Cristo v. 8c
“y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”
Para Pablo conocer a su Señor es supremo a cualquier otra cosa, todo lo demás es basura. Todo lo que trata de reemplazarle, minimizarle, hacerle a un lado, es basura. Pablo rechaza todo lo que le hace auto suficiente para “ganar a Cristo”.
Esta palabra significa basura, deshechos, excremento. Pablo fuertemente e intensamente rechaza toda ganancia personal, toda posición, toda cultura, todo linaje, toda auto justicia, y los considera basura.
De igual manera nosotros debemos considerar cualquier logro personal, cualquier cosa o persona que le quiera reemplazar, cualquier cosa o persona que nos quiera sentir auto perfectos o auto suficientes debemos considerarlo como basura para ganar a Cristo.
3. Su FUTURO vv. 9-11
Para Pablo su futuro era para:
a. Vivir en la fe en Cristo v. 9
“y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe”. El quiere ser “hallado en él” de esta manera en el día de Cristo.
Pablo rechaza todo lo que posee o lo que es que le lleva a la auto perfección o justificación. El no quiere tener su “propia justicia, que es por la ley”. Su vida en Cristo es por fe y se mantiene por fe.
En otras palabras su vida con todos sus logros, especialmente religiosos que envolvía seguir todas las reglas de la Ley y que le hacían auto justo, no era algo que perseguía. Esto no le llevaría a la justicia de Dios por la fe en Cristo. Pablo desea la justicia que es por “la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe”.
Si es por obras que recibimos el ser justos, no podremos conocer a Cristo. Cristo se conoce por medio de la fe en Él y por esa fe que vivimos. Esto es lo que Pablo dice en esté versículo. Esta fe nos lleva a conocerle más.
Esto significa que la opción de pensar que por mis propias obras puedo ser salvo y vivir para Cristo no es posible. No podemos confiar en nuestras propias obras ni para creer en Cristo ni para vivir para Cristo. Solo Dios, por la fe en Cristo nos da su justicia, nos declara justos y podemos vivir la vida cristiana. Esta vida comienza con la fe en Cristo y continúa, se sostiene, persevera por la fe en Cristo.
Para Pablo su futuro era para
b. Conocer a Cristo y ser como Cristo v. 10
“a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte,”
Para Pablo conocer a Cristo y ser como Cristo (ambos un acto progresivo) no era algo superficial sino algo concreto. Envolvía tener el poder de su resurrección y participar en sus sufrimientos al vivir para Él y compartir el evangelio a otros, al punto de imitarle hasta en su muerte. Estos dos van juntos ya que no hay poder de su resurrección sin sufrimiento y muerte.
Es por la muerte y resurrección de Cristo que tenemos vida a través del poder del Espíritu que le resucitó de los muertos. (Rom. 8:11) Y con este poder podemos vivir para Él hasta el punto de ser “semejantes a él en su muerte.”
Pablo no buscaba el sufrimiento y la muerte, pero lo esperaba como consecuencia de vivir en Cristo. Es más, el se contaba como una oveja lista para el matadero entregado siempre a muerte “por causa de Jesús” para que la vida de Cristo fuera manifestada en él. Rom. 8:36; 2 Cor. 4:11
Este conocimiento por medio de la fe envuelve el poder de su resurrección y envuelve participar o tener comunión (koinonia) en los padecimientos y sufrimientos similares a los que le llevaron a la muerte. Pero es un proceso progresivo.
Esto es conocer, tener participación, “comunión” y ser como Cristo. A esto muchos de nosotros decimos, “no gracias”. No queremos esto. Pero el sufrimiento es también parte de nuestro seguir a Cristo. Fil. 1:29-30. Es un don de Dios que nos ayuda conocer a Cristo.
Los momentos más cercanos que hemos tenido mi esposa y yo como matrimonio han sido cuando hemos experimentado sufrimiento. ¿Porqué? Por qué en esos momentos nos escuchamos mas y nos entendemos mejor. Esto nos ha llevado a conocernos más íntimamente.
Como iglesia, solo el sufrimiento nos lleva a conocer a Cristo y ser semejantes a Él. Pablo no huía de esto, sino que vino como resultado de ser fiel a predicar el evangelio. Lo entendía, lo aceptaba porque esto le llevaba a conocer más a Cristo. Esto era parte de su servicio a Cristo y ser como Cristo.
Piensa por un momento cuando queremos que nuestros hijos entiendan algo que no entienden porque no lo ha experimentado como ser padres. Les decimos que cuando sean padres como nosotros y tengan hijos entenderán lo que les estamos diciendo. Jamás conoceremos a Cristo y su poder y ser como Él sin pasar lo que él pasó.
¿Es tu deseo y tu oración ser como Cristo en todo?
En el futuro Pablo quiere
c. Ser resucitado en Cristo v. 11
“si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.”
Conocer a Cristo es de toda la vida y conocerle completamente, conocer el poder de su resurrección se llevará a cabo en la resurrección de nuestros cuerpos o cuando venga por nosotros. Pablo no está dudando sino que está afirmando en una forma humilde.
Además humanamente hablando, él no sabía el tiempo que viviría ni los eventos que pasaría en su vida. ¿Vendría Cristo en su vida y le resucitaría o moriría y le resucitaría en días postreros? Esto no lo sabía.
En seguida nos dice que no ha llegado a la perfección, la salvación completa, la santificación, el ser como Cristo pero que ese es su enfoque singular.