1. Tener madurez espiritual vv. 12-14
2. Tener un concepto correcto de quienes somos en Él vv. 15-18
3. Recibir ayuda espiritual para seguir siendo fiel a Cristo v. 19
Hoy queremos mirar otros elementos que son parte de cómo vivir para Cristo.
I. Debemos tener UNA expectativa y UNA esperanza en Cristo v. 20
“conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte.”
A. Una expectativa firme e intensa de no ser avergonzado en nada
“conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado”
Pablo no tenía varias expectativas realistas o irreales. Su expectativa no era el fracaso. Su expectativa no era el tener oportunidades para predicar a Cristo, aunque las tuvo. Su expectativa no era salir de la cárcel aunque confió que sería liberado. Su expectativa no era que lo tratarían bien como prisionero. Tenía una expectativa firme e intensa, era agradar a Cristo por vida o muerte. Su expectativa era una, que Cristo fuera magnificado, que fuera reconocido como grande en su vida ya sea viviendo o muriendo.
B. Una expectativa y esperanza segura de magnificar a Cristo en su cuerpo por vida o muerte
“antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte.”
Es importante notar que Pablo tenía un anhelo y esperanza de no solo de que en nada fuera avergonzado sino también que Cristo fuera magnificado en su cuerpo. Es su cuerpo el instrumento útil para Cristo. Aunque estaba preso su confianza no era que pararía de sufría o pasar físicamente. Su anhelo, confianza y esperanza era en que Cristo iba a ser magnificado en su cuerpo en su muerte porque seguiría fiel o viviendo su vida.
Hoy día escuchamos de personas de todas las áreas incluyendo el cristianismo que han caído en problemas morales ya sea en el pasado o en el presente. Sus cuerpos cayeron en las garras de sus deseos pecaminosos. Pablo no se dejó dominar por su cuerpo y sus deseos malos.
¡Qué fácil hubiera sido para el entristecerse, deprimirse en la situación en la que estaba! Al contrario, tenía una expectativa y una esperanza de que en su cuerpo Cristo sería engrandecido.
Esta debe ser nuestra misma esperanza y expectativa. Esto tiene implicaciones en como nosotros vemos nuestros cuerpos. No son meramente carapachos donde mora nuestro espíritu. Nuestros cuerpos han sido hechos para magnificar a Cristo en todo tiempo. Sin tu cuerpo Dios no te puede usar y no le puedes magnificar. ¡Qué fácil es ser perezosos cuando estamos tan saludables! Es cuando nuestros cuerpos se empiezan a quebrantar que pedimos que Dios nos de salud. Pero no es para magnificarle a Él sino para no sufrir físicamente. ¡Qué diferente pensaba Pablo!
¿Es tu expectativa y esperanza firme e intensa de magnificar, alabar, engrandecer a Cristo con tu cuerpo mientras vivas?
II. Debemos tener un compromiso y enfoque singular en Cristo v. 21a
“Porque para mí el vivir es Cristo”
Literalmente esta parte dice, “Porque para mí vivir Cristo”. El verbo en esta parte puede ser “es” o “en” o “para” o “depende en” o “se enfoca en”. Lo que Pablo quiere decir es que vivir “su” vida tiene un compromiso y enfoque singular: Cristo. La vida de Pablo era, estaba, dependía, se enfocaba en Cristo.
Así debe de ser para nosotros. Todos tenemos que llegar al punto en nuestras vidas y decidir para que o para quien viviremos. Recuerdo cuando sucedió esto en mi vida en Julio del año 2009. Fue después de un tiempo largo de alejamiento de Dios. Mi hijo mayor, que estuvo la semana pasada aquí estaba en un viaje misionero en la jungla de Ecuador. A propósito es la misma jungla a la que va un equipo de nuestra ubicación de la Universidad. No hubo comunicación por varios días. Yo estaba preocupado y pensaba lo peor. Fue en ese momento que Dios me hizo reconocer que mi propósito para vivir debería ser Él sobre todas las cosas. Le oré en ese momento diciendo, “Solo quiero tres cosas en este orden: te quiero a ti primero, quiero mi familia y quiero ser de bendición a otros.” Desde ese momento mi enfoque cambió. Le di mi vida primero a Él. Me comprometí a vivir para Él.
Tu también tienes que llegar a decir vivir para Él. Esto no sucede automáticamente.
Esto tiene varias implicaciones para nosotros.
A. Nuestros cuerpos son presentados como un acto de sacrificio y servicio a Dios – Rom. 12:1
Nuestros cuerpos son ofrecidos a Dios como un acto de adoración y servicio a Él. Todo lo que hacemos debe ser un acto de adoración para agradarle.
B. Nuestras mentes son sometidas al señorío de Cristo – Romanos 12:2; 2 Corintios 10:5; Fil. 4:8
No solo nuestros cuerpos deben ser presentados sino también nuestras mentes deben ser renovadas y sometidas al señorío de Cristo. Nuestros pensamientos deben ser sometidos a Cristo.
C. Nuestras vidas de fe están dedicadas a ser y hacer discípulos de Cristo – Gal. 2:20
Para Pablo su vida de fe en Cristo tenía un propósito y enfoque singular y era vivir en todo para Cristo como su seguidor y ayudar a otros a conocerle. El vivía para esto.
D. Nuestro diario vivir es en Cristo y para Cristo no para nosotros mismos.
Esto también implica que nuestro diario vivir debe ser para Cristo. Esto cambia nuestros valores y aun nuestra manera de actuar. Cambia y altera lo que es importante. Pablo no miraba un dicotomía entre su vida y la vida de Cristo. Su vida era Cristo. Cristo era su vida. Vivir era vivir para Él, morir era morir para Él. Rom. 14:8 Su vida lo expresaba a Cristo en todo momento.
¿Tiene tu cuerpo, tu mente, tu vida de fe, y tu diario vivir a Cristo como el enfoque singular?
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