Recuerdo el día que salimos de mi país de nacimiento El Salvador. Caminábamos para tomar el autobús y pasamos por mi escuela esa mañana. Subimos al autobús y no recuerdo mucho del viaje pero pasamos por Guatemala y por fin llegamos a México. En México, en Zapopan Jalisco estuvimos como un mes. Después de esto tomamos un avión para Tijuana y de allí cruzamos hacia los Estados Unidos. Nos llevaron a mi mamá y dos hermanas hasta donde vivía mi hermana, algo que tomó como dos horas. Al ir llegando, las luces brillantes de “Lucky” me llamó la atención. Era un súper mercado. ¡Que brillante era todo! ¡Que diferente era todo!
Como inmigrante tuve que adaptarme a la cultura pero no fue fácil inicialmente. Mi primer año de escuela fue muy difícil. Era una escuela en los Angeles donde comencé mi sexto año. No podía hablar inglés y esto me afectó. Además los estudiantes eran muy mal portados y miré actos terribles.
Pero mi vida fue adaptándose a los Estados Unidos. En un año pude aprende suficiente inglés para hablar con otros. Los años pasaron. Aprendí inglés. Me gradué de Escuela Intermedia, High School, y del colegio. Fui invitado a la iglesia cuando estaba en séptimo grado. Allí conocí a Cristo. Mi vida fue transformada. Fue allí donde conocí a mi esposa, me casé, y comencé mi hogar. Mi vida se adaptó a los Estados Unidos. Hoy día algunos piensan que son más americano que hispano. Soy Hispano-Americano.
Pero mi identidad en este país ni la de donde nací no es en la que mi vida esta basada. Mi identidad está en la nueva identidad que recibí cuando creí en Cristo a los trece años. Ese día, llegué a ser un expatriado de Dios. Fue redimido (rescatado) para vivir como ciudadano del reino de Dios.
A este tipo de personas escribe Pedro en su carta.
En estos primeros versículos, Pedro les escribe a los expatriados de Dios diciéndoles como ellos han sido escogidos por Dios, santificados por el Espíritu por medio del sacrificio de Cristo para ser obedientes. A estos Pedro les saluda pidiendo que la gracia y paz sea multiplicada en sus vidas. Estas verdades aplican a nosotros como cristianos hoy día.