La esperanza nuestra no está en un país con un gobierno cristiano o que apoye nuestros valores. La esperanza nuestra está en nuestro Señor que vendrá otra vez por su iglesia y que vendrá en gloria a reclamar lo que le pertenece: todo. A Él le pertenece el mundo y su plenitud.
El vendrá también a juzgar a los que no han creído en Él. El pasaje anterior nos habla del rapto de la iglesia que da inicio al día del Señor. Ahora Pablo se enfoca en lo que sucederá el día del Señor después del rapto, el aspecto que trata sobre el juicio. Esto sucede durante el periodo que la Escritura llama la “Gran Tribulación” sobre esta Tierra (Apoc. 6-18) y culmina con la Venida del Señor en Gloria (Apoc.19:11–21. Nuestro Señor enseño sobre estos eventos en Mateo 24-25. Los eventos los describe como los “dolores de parto” que vendrán sobre esta Tierra antes del día del Señor. Hay tres características que distinguen este día (de acuerdo a William Barclay citado por D. Edmond Hiebert y modificados):
1. Será de repente y sin anticipación
2. Envolverá un tiempo de turbulencia cósmica en el cuál la Tierra será movido hasta sus cimientos
3. Será un día de juicio para los no creyentes
Para nosotros los creyentes, aunque el aspecto del día del Señor no aplica a nosotros, saber que el Señor viene por nosotros su iglesia debe igualmente llevarnos a velar. Hay cuatro exhortaciones que nos ayudan a velar: la venida del Señor es incierta en cuanto al tiempo (vv. 1-2), el no estar listos trae consecuencias especialmente en aquellos que no conocen a Cristo (v. 3), somos hijos de luz y debemos vivir como hijos de luz/del día estando alertas de su venida (vv. 4-10) y animarnos y edificarnos con estas verdades (v. 11).