3 ¡Ayúdame! vv. 173-175
A. ¡Tu estás listo para ayudarme porque te obedezco! v. 173
“Esté tu mano pronta para socorrerme,
Porque tus mandamientos he escogido.”
Sabemos que Dios no tiene manos humanas. Dios no las necesita. El es el Dios que puede salvar con su palabra y lo puede hacer rápidamente si Él quiere.
No pedimos que nos socorra porque lo merecemos. No pedimos que nos socorra porque somos buenos. Pedimos que nos socorra porque “escogemos” ser obedientes. Notemos que dice “escojo” lo cual es un acto de la voluntad. Es algo intencional, algo que he seleccionado.
Cada día tenemos la opción de escoger o no escoger ser obediente a Dios. Dios puede hacerlo todo, pero espera que NOSOTROS escojamos sus mandamientos y los obedezcamos.
Y aun esto debe de hacerse en dependencia a nuestro Señor Jesucristo. Juan 15:5 Es a través de Él que podemos escoger lo que es bueno. La frustración del apóstol Pablo era su carne pecaminosa Esta se opone a lo que Dios dice y nos quiere impulsar a hacer lo que es contrario a sus mandamientos. Es la misma lucha que todos tenemos todos los que hemos creído en Cristo. Es mi lucha diaria. Rom. 7:14-15, 18, 24, 25 Si no tienes esta lucha es posible que no eres creyente o estás viviendo en pecado.
Dios nos ayudará en nuestro deseo de vivir en obediencia a Él, pero debemos escoger ser obediente y clamar a Él. Cuando somos obediente podemos pedir correctamente y podemos estar seguros que Dios está listo para respondernos y concedernos nuestras peticiones.
Como dijo un autor, “Una onza de obediencia es más efectiva que toneladas de oración”.
El salmista no solo pide ayuda porque es obediente sino también porque su anhelo es la salvación completa de su vida y porque quiere deleitarse en la Palabra del Señor.
B. ¡Mi anhelo y deleite es tu Salvación y tu Palabra! v. 174
“He deseado tu salvación, oh Jehová,
Y tu ley es mi delicia.”
Un concepto que ya ha hablado el salmista. El salmista desea la salvación de Jehová. Quiere tener esa libertad completa. Es su deseo y anhelo ser salvo de todo lo que está en contra de su vida. Para nosotros es ser salvos de los deseos del mundo y los deseos de nuestra carne. Para nosotros hoy es esto y desear la transformación de nuestros cuerpos mortales en inmortales.
¿Pero para qué pedir salvación? Para deleitarnos en la ley del Señor.
El salmista afirma su deleite no en la salvación sino en la Palabra de Dios. Su deleite, no su regla de vida, no su obligación, sino su deleite. Esta es su delicia, lo que le da el gozo. Es la Palabra de Dios que le da satisfacción. Es por esta razón que pide salvación.
Recordemos que cuando pedimos que Dios no salve de algo no es para simplemente estar bien.
La Palabra de Dios debe ser nuestro deleite. Pidamos a Dios que esto sea una realidad en nuestras vidas y paremos de beber de la leche adulterada de este mundo, que dejemos los placeres temporales que tienen nuestras almas prisioneras y no nos permiten gozar su Palabra.
“Oh Señor danos tu pronta salvación
Pero más que todo la delicia hacia tu Palabra”
Habiendo pedido ayuda porque es obediente y porque su deseo es la salvación completa de Dios en su vida y deleitarse en la Ley del Señor, el salmista termina reconociendo su necesidad como oveja del Señor.
4. ¡Tráeme a Ti! vv.176
A. ¡Quiero vivir para ti! v. 175
“Viva mi alma y te alabe,
Y tus juicios me ayuden.”
1. ¡Quiero Vivir!
El salmista es optimista diciendo que quiere vivir. El quiere que su alma viva. ¡Cuanto nos hace falta hoy esto! Para algunos de nosotros es más difícil.
2. ¡Quiero Vivir para Adorarte!
El catecismo de Westminster dice en la pregunta número 1: ¿Cuál es el fin principal del hombre? R. El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios y gozar de él para siempre. Esta es la razón por la cual existimos. No hemos sido creados para vivir de la manera que nosotros queremos. No hemos sido creados por Dios para vivir buscando un significado en algo que nosotros queremos lograr. No hemos sido creados para vivir centrados en nosotros mismos. Fuimos creados para adorar al Dios que nos creo.
Nuestro deseo debe ser el de vivir para adorarle y darle gloria con toda nuestra vida. ¡Que toda nuestra vida sea vivida para adorarle cada día de nuestra vida con todas nuestras acciones, voluntad, emociones y nuestros pensamientos.
3. ¡Quiero tu Ayuda!
Necesitamos la ayuda de Dios para vivir para Él. Necesitamos lo que Dios considera bueno o malo. Esto es necesario para vivir para Él.
B. ¡Mi confesión! v. 176a
“Yo anduve errante como oveja extraviada”
1. Te necesito Señor como oveja errante que soy.
La Biblia es clara que antes de conocer a Cristo éramos esa oveja perdida. Luke 15 En Isa. 53:6 nos dice que cada uno de nosotros siguió su propio camino. Cristo nos buscó y rescató a través de su muerte y resurrección. Desde ese momento decidimos que Él sería al pastor que seguiríamos. Pero esto no garantiza que siempre lo seguimos fielmente. Nuestra inclinación pecaminosa es seguir nuestro camino. El salmista lo admite, necesita del Señor cada momento como esas ovejas que andan errantes.
Quizás tu eres esa oveja hoy. Dios quiere que vengas a Él. Te busca y te llama a que vengas a su redil. ¡Ven a Él hoy!
2. Te necesito Señor como oveja extraviada
Debemos decir,
“Si es cierto que soy esa oveja tonta que muchas veces anda errante por culpa suya. Si es cierto que muchas veces soy esa oveja tonta que se extravía porque sigue el camino equivocado y debo admitir que te necesito Señor.”
Como ovejas tenemos un pastor bueno, supremo, que nos busca cuando nos descarriamos.
3. ¡Búscame como tu siervo que soy!
“Busca a tu siervo”
Recuerda que somos sus ovejas, pero tenemos una posición especial. Somos sus siervos.
(BEC) Charles Bridges escribió: “No puedo dejar de suplicar, que, aunque soy un pródigo rebelde, todavía soy tu siervo, tu hijo. Todavía llevo la marca del niño de un interés en tu pacto. … Permídme entonces permanecer humilde y bajo. Pero no que no olvide mi afirmación-lo que Él ha hecho por mí.”
Somos aquellos que Dios ha llamado para que le sirvamos.
Si te has desviado y no le estás sirviendo, o si no le estás sirviendo es porque estás desviado ya que el plan de Dios para tu vida es que le sirvas con TODA tu vida. Tu amor hacia Él se expresa con tu servicio que da en su nombre.
Esto fue lo que hicimos en Oaxaca esta semana. Servimos a Cristo sirviendo a ovejas descarriadas que no le han conocido. Oramos para que Dios use nuestro servicio para mostrarles que Dios los ama y les está buscando y quiere que sean parte de su redil, así como nosotros lo somos.
Tu como siervo o sierva de Dios tienes esta misión de compartir el mensaje del Buen Pastor a otros.
La semana en Oaxaca me hizo reflexionar en cuanto nos falta en este trabajo. Como iglesia estamos dormidos, somos indiferentes y no estamos sirviéndole como sus misioneros. Pedía a Dios que nos despierte y nos demos cuenta que hemos sido llamados para anunciar el mensaje de rescate del Buen Pastor nuestro Señor Jesucristo.
Y recuerda que cuando lo hacemos es con la actitud de esa oveja que estaba perdida y que por la gracia de Dios hemos sido rescatados. No lo merecíamos, pero Dios en su soberana gracia nos rescató. No lugar para el orgullo personal o decidir quien o quienes “merecen” ser rescatados. ¡Eso lo decide Dios!
B. ¡Mi Compromiso! v. 176b
“Porque no me he olvidado de tus mandamientos.”
Como siervos, reconociendo nuestra condición como oveja expresamos nuestro compromiso a ser obedientes al Señor.
Hemos dedicado veintidós sermones para hablar de la maravilla de la Palabra de Dios. Hemos hablado mucho sobre la necesidad de valuaría como nada en nuestra vida. Hemos hablado de como debe ser el centro de nuestra vida porque es la revelación de Dios. Dios se revela a través de ella y nosotros le conocemos más y más a través de ella. Hemos hablado y estudiado sobre la importancia de la obediencia. Este es el elemento más fundamental de ser un seguidor de Cristo. El cristiano obediente no es una excepción, debe ser lo que todos debemos ser. La obediencia nos define como cristianos. La obediencia muestra nuestro amor a Cristo y a Dios Padre.
Llegamos al fin de este estudio. La pregunta para nosotros es, “¿Y ahora que? ¿Qué cambios debo hacer que no he hecho? ¿Cómo aplicaras o seguirás aplicando este salmo a tu vida?
¿Y tu? Toma unos minutos para meditar en tu mente y escribe una oración y tu compromiso.
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