Sexualidad Bíblica
Cuando creemos en Jesucristo como nuestro Señor y Salvador nuestra vida es rescatada de la manera vana de vivir (1 Pedro 1:18). La manera vana de vivir era según nuestros deseos engañosos (Efesios 4:22). Una vez comenzamos a seguir a Cristo nuestra manera de vivir está enfocada en agradar a Dios en todo, en todas las áreas de nuestras vidas. Una de las áreas es la sexualidad. La sexualidad corrupta y desviada que vemos hoy en nuestro mundo no es nueva. Esta forma de vivir según los deseos engañosos ha estado vigente desde mucho antes en el pasado. Es el resultado del pecado que ha contaminado la naturaleza humana. El seguidor de Jesús que posee el Espíritu Santo posee el poder para vivir una vida que agrada a Dios. Esto quiere decir que ya no está atado a sus propios deseos ni a la cultura pecaminosa. El llamado del cristiano es a la santificación, es decir una manera pura y limpia que agrada a Dios.
En 1 Tesalonicenses 4:2-3 encontramos lo siguiente:
“Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús; pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación”
Las instrucciones que Pablo dio a la iglesia en Tesalónica vino del Señor Jesús es que la voluntad de Dios es el que cada creyente sea santo, viva de manera entregada completamente al Señor. Esto incluye que ellos se abstuvieran de inmoralidad sexual. La palabra “fornicación” es muy amplia e incluye cualquier acto inmoral sexual que no es de acuerdo con la voluntad de Dios. Esto incluye actos sexuales entre un hombre y una mujer que no están casados, entre dos hombres y mujeres, la pornografía y otros que la Biblia menciona como pecados (1 Cor. 6:9-11).
Tristemente hoy día muchos creyentes han caído en la mentira de que pueden vivir según sus deseos engañosos tal como la cultura lo promueve. La cultura promueve esto a través de todos los medios de comunicación y es fácil ser presa a menos que nos aferremos a la verdad bíblica. La vida de santidad requiere que no le demos lugar, que nos apartemos, nos abstengamos de la inmoralidad sexual. Pablo advierte a los cristianos en Tesalónica que Dios no nos ha llamado a esta suciedad inmoral sino a la santidad (1 Tes. 4:7). El que rechaza esto dice Pablo, “no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo.” (1 Tes. 4:8). Rechazar la pureza bíblica y seguir la inmoralidad sexual es rechazar a Dios y a su Espíritu Santo que vive en nosotros.
El llamado de Dios es que los solteros mantengan puros sus cuerpos hasta el matrimonio, los casados (hombre y mujer) sean fieles sexualmente unos a otros, y que todos evitemos el adulterio del corazón (Mateo 5:27-28). Debemos tener un corazón puro dijo el Señor porque son ellos los que miraran a Dios (Mateo 5:8). Este es el llamado a la santidad. Es para todos los que seguimos al Señor, sin excepciones ni excusas.