“Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.” Salmo 23:5
El peligro es algo serio para las ovejas. Ellas tienen enemigos que quieren devorarlas. Al enfrentarse a estos enemigos se quedan paralizadas siendo así carnada fácil. Ellas necesitan la protección del pastor. Aparte de esto, también las moscas les causan mucho fastidio durante el verano. Estas siguen sus caras y a menudo las lleva a golpearse contra árboles o arbustos. Además, hay también parásitos que les afectan.[1] El pastor tiene que ponerles aceite (de oliva) para aliviarles.
Esto nos enseña lo que nuestro pastor hace por nosotros. Primero, encontramos que nuestro pastor es un buen huésped y trata a sus ovejas con mucho honor. El vino para buscarnos y salvarnos de nuestros pecados dando su vida como una oveja. A través de su muerte y resurrección nos trajo a su redil. Él nos sigue guiando como el buen pastor y nos prepara banquete en presencia de nuestros enemigos. Este banquete tiene un aspecto espiritual y el aspecto real futuro que nos espera que hablaremos en el último verso.
El aspecto espiritual tiene que ver con nuestra posición en Cristo que está segura según la Escritura. Estamos unidos a Cristo (Col. 3:3) y no hay nada que cambie esto. Esto quiere decir que el banquete de nuestro pastor siempre está disponible. Podemos acercarnos a Él para disfrutar de su compañía. El ya hizo todo para preparar el banquete para nosotros. ¡Esta listo! Ahora nos falta a nosotros darle el tiempo para venir a su banquete.
He sido creyentes por 40 años y algo que he aprendido es que nuestra relación con el Señor o la intimidad con Él debe ir creciendo al pasar el tiempo. Esto no es automático. Requiere tiempo. Sí, necesitamos tiempo con Él. Más tiempo. El mejor tiempo. Desafortunadamente, esto es algo que muchos de nosotros decimos que no tenemos para Él. Algo que enseño a las personas que estoy discipulando, es cómo tener tiempo con el Señor y como hacerlo prioridad en nuestras vidas. Sin esto, jamás podremos experimentar las delicias de su banquete. Seguiremos comiendo las migajas que caen de la mesa que nos dejan con hambre, sin fuerzas y raquíticos y nos hacen presa fácil del devorador de nuestras almas.
Este banquete que nos ofrece es “en presencia de nuestros angustiadores”. Vivir como creyentes en este mundo implica que tenemos que hacer frente a nuestros enemigos. El enemigo de nuestra almas Satanás, aunque ha sido derrotado por nuestro pastor, sigue asediando nuestras almas para devorarnos (1 Pedro 5:8) al cual debemos resistir firmes en nuestra fe (1 Pedro 5:9). Tenemos también a personas que serán nuestros enemigos por el hecho de que seguimos a nuestro pastor (Juan 15:18-19). No debe de sorprendernos que ellos nos odien y quieran causarnos daños. Además, también tenemos otros enemigos: “los deseos de los ojos, los deseos de la carne, la vanagloria de la vida” que no provienen de Dios sino del mundo (1 Juan 2:15-17). Si estamos disfrutando del banquete que nuestro pastor nos ha provisto, Él se encargará de nuestros enemigos.
En medio de toda situación podemos disfrutar de la presencia de Dios de su banquete pero también rebosar con su unción. Todos los que somos sus seguidores tenemos la unción de Él (1 Juan 2:27). Su Espíritu no solo es una garantía que le pertenecemos al pastor, sino que nuestro futuro eterno está asegurado (Efesios 1:13-14). Pero mientras tanto, su Espíritu nos ayuda. Nos ayuda a entender su verdad y poder evitar el error doctrinal (1 Juan 2:27). Nos ayuda llenándonos de su presencia para que podemos manifestar su fruto (Gálatas 5:22-23) sin importar las circunstancias en que nos encontremos. Nuestra copa puede rebosar en todo momento. Su Palabra nos dice,
Aunque la higuera no florezca,
Ni en las vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales;
18 Con todo, yo me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
19 Jehová el Señor es mi fortaleza,
El cual hace mis pies como de ciervas,
Y en mis alturas me hace andar. – Habacuc 3:17-19
Para los que no siguen al Pastor, el Señor los invita a su banquete de salvación. El habló de esto en Lucas 14:15-24. Un hombre hace una gran fiesta, pero los invitados dando excusa no quisieron venir. Así que los terminaron yendo fueron los pobres y necesitados. Estos llegaron a ser parte de su reino. La invitación está vigente hoy día para los que la reciben. Él quiere que seas parte de su banquete. ¿La aceptarás o pondrás una excusa?
[1]La Vida en el Redil por Phillip Keller, (Miami Florida: Editorial Caribe, 1989), cap. 10