En mi publicación anterior hablé sobre el machismo y cómo sus efectos a afectado no solo la imagen, el rol de los hombres como papás y esposos sino también el efecto en la familia. Como mencioné en esa publicación, mi deseo es que como hispanos podamos ver el origen de la disfunción y sus efectos, pero a la vez, mi deseo en este segundo ensayo es mostrar la alternativa que tenemos. En mi rol de pastor, he trabajado con hombres hispanos por muchos años, muchos de ellos cristianos, y aunque puedo ver que han dejado algunas ideas erradas de origen machista, hay mucho más que no saben cómo hacer, no han sido enseñado o simplemente rehúsan hacer para ser mejores hombres, esposos y padres. Y es por esto que he decidido escribir al respecto, esperando que pueda ayudar a muchos más hombres.
Como he mencionado antes, crecí sin padre y aunque tuve roles masculinos durante mi juventud, ninguno de ellos fue perfecto. Con todo esto, no fue suficiente para reemplazar el hecho de no tener un padre. En la crianza de mis cuatro hijos, he tenido que ser intencional en hacer más que simplemente estar en casa y ser la cabeza del hogar. He sido intencional en enseñar a mis hijos cómo vivir la vida como cristianos. Aun con todo esto, no he sido un padre ideal. En retrospectiva, creo que pude haber hecho aún más. He tratado mucho de aprender de mis errores y ser mejor padre para mi última hija que tiene catorce años. Mi deseo no es ser perfecto, sino aprender lo que puede ayudarle a ella en su futuro. Sé que no tengo control de su futuro, pero quiero proveerle lo que ella necesita para vivir una vida como Dios la diseño. De igual manera, aunque mis otros tres hijos ya son adultos y viven vidas independientes, ahora mi rol es orar por ellos diariamente y si me permiten, poder ayudarles en las áreas en que me necesitan. Este rol es bastante esporádico ya que ellos viven sus vidas. Algo que me ha ayudado es escribir mis pensamientos a algunos de ellos que creo que algún día puede ayudarles.
Pero bueno, abordando el tema de esta publicación, la pregunta que debemos responder es ¿cuál es el rol nuestro como hombres, esposos y padres? La respuesta para mí no está en la sociología, sicología, libros sobre crianza de los hijos, ni en manuales de superación personal. Siendo que Dios fue el que formó al hombre y a la mujer, el también asignó nuestros roles en la familia como esposos y padres. Así que esta publicación trata con lo que he aprendido de las Sagradas Escrituras en cuanto a cómo ser hombre, esposo y padre. Entiendo que no todos son esposos o padres, pero igualmente, lo que la Biblia enseña aplica a todos los hombres en cualquier estado que se encuentre.
¿Cómo es el hombre como Dios lo diseño?
Un hombre es un caballero.
Aunque la cultura en que vivimos ha rechazado la imagen del hombre que se porta “varonilmente” debido a su historia negativa que ya hemos visto, la Biblia ordena de los hombres en 1 Corintios 16:13 a “portaos varonilmente”. “Varonilmente” es la palabra que se usó para traducir fuerte o valiente. Ser hombre es ser fuerte (físicamente) y valiente.
La idea de varón o fuerte y valiente se puede ver del origen de la palabra “caballero”. El caballero en la era media eran un grupo de cabalgantes hábilmente entrenados para defender al rey y como extensión los derechos de las personas. Prometían dar honra a Dios y a la Iglesia. Eran no solo fuertes, hábiles y valientes para defender, sino que poseían un código de honor moral que incluía ser valiente, humilde, y leales. Su código moral se manifestaba también en su trato con las mujeres. Estos hombres se portaban con honor ante ellas y las trataban como verdaderos galanes (uno que se caracteriza como caballero), no solo atractivos físicamente sino con caballerosidad.
Portarse valiente (varonilmente) tiene la idea de que no solo debemos ser fuertes y valientes para proteger a todos, pero en particular a las mujeres. El caballero es noble, cortes y de buenos modales. Este es el trato que da a todas las mujeres. Además, como cristianos, somos hermanos en Cristo. Un hermano en Cristo va a tratar a una mujer de la manera que Cristo la trata a ella. Hacer lo opuesto es una afrenta a Cristo mismo. El trato bruto, rústico y abusivo del machismo debe ser rechazado.
Además de esto, la caballerosidad va más allá del trato de ellas. Debemos de ser caballeros tratándolas con respeto lo cual implica tratarlas con pureza moral y sexual.
Un verdadero hombre no busca aprovecharse sexualmente de una mujer. El hombre de Dios según la Biblia es el que se mantiene puro hasta entregarse a una mujer como esposa (1 Tes. 4:3-8). Tener relaciones antes del matrimonio no solo es pecado delante de Dios, sino que también hace daño a la mujer (este artículo en inglés habla ampliamente sobre esto). A pesar, de mi falta de padre, esto fue algo que aprendí en la iglesia como joven. Siempre tuve como convicción, que a la mujer que amaría, sería con la que me casaría y me entregaría sexualmente. Gracias a Dios, este fue el caso.
Una vez casado, el hombre debe ser fiel a su esposa por toda la vida. Una mujer debe ser su amante. Su deleite sexual solo debe venir de su esposa y nadie más (Proverbios 5:15-19).
Dios nos advierte del daño que trae el adulterio y la inmoralidad sexual (Proverbios 2:16-22; 5:1-14; 1 Cor. 6:9-20).
Un hombre es vulnerable que expresa sus emociones y sentimientos.
El machismo nos ha enseñado que los hombres deben actuar sin defectos y emocionalmente cerrados. Ser de otra manera, según esto, es ser débil y afeminado (“mandilón” como dicen los Mexicanos). Esto no es el diseño de Dios. Encontramos el ejemplo del Señor Jesús que no solo demostró compasión hacia otros, incluyendo mujeres vulnerables (mujeres prostitutas-Lucas 7:36-50), amor a los niños (Mateo 18:15-17), y aun lloró (Juan 11:35).
El hombre quizás más valiente en la Biblia fue el rey David. No solo era valiente, sino que también era un hombre que expresó sus emociones y sentimientos. Los salmos están repletos de oraciones dónde David llora y expresa sus emociones delante de Dios. Cuando su hijo Absalón falleció, David expresó su dolor abiertamente (2 Samuel 18:33). Uno de los profetas más importantes en la Biblia es Jeremías. Por más de cuarenta años sirvió en su rol como vocero de Dios. Era un hombre muy emocional, tanto que se le ha dado el título de “profeta llorón”. Como hombres Dios nos diseñó para ser vulnerables expresando nuestros sentimientos y emociones.
Un hombre muestra amor y afecto.
El machismo nos ha enseñado que no debemos mostrar amor y afecto, pero esto es contrario a lo que Dios nos manda. Debemos mostrar amor. Mostrar amor implica más que dar cosas tangibles (proveer) como suelen hacer muchos hombres son sus esposas e hijos. El amor debe mostrarse en el carácter y las acciones. Como hombres cristianos debemos expresar a otros el amor de Dios. El amor de Dios va más allá de las emociones. El amor de Dios es uno que sirve y da a otros sacrificialmente. Hay todo un capítulo en 1 Corintios 13 en la Biblia que explica este tipo de amor que muestra las virtudes del amor provenientes del carácter. Este amor lo podemos ver demostrado en el sacrificio de Cristo al dar su vida por nosotros. Parte de esto envuelve verbalizar nuestro amor diciendo, “Te amo” o “Te quiero”. Implica mostrar afecto físico por medio de abrazos y besos. Puede también hacerse expresándose en formas escritas. Amor envuelve escuchar a otros, sin juzgar respetando las opiniones de otros.
Un hombre acepta sus faltas y pide perdón.
El machismo nos ha enseñado que no debemos admitir nuestras faltas y menos pedir perdón. Pero Dios nos enseña lo opuesto. Parte de nuestra relación con Dios (la oración del Padre nuestro nos enseña esto) es aceptar nuestros pecados, confesarlos y pedir perdón. Esto no solo aplica en nuestra relación con Dios sino también con otros. Verbalizar nuestras faltas y pedir perdón debe ser parte de nuestras vidas como hombres y debe ir acompañado con el arrepentimiento. Esto quiere decir que si hacemos algo que daña a otros debemos de no hacerlo más. Pedir perdón no vale mucho cuando la intención no es el de cesar de hacer lo que daña a otros.
Un hombre controla su enojo.
El machismo nos ha enseñado que el enojo debe ser expresado con ira, gritos y aun con violencia. Esto es totalmente contrario a lo que Dios nos manda como hombres. Dios nos manda a quitar este tipo de enojo (Efesios 4:31). La furia lleva muchas veces al pecado (Prov. 29:22). Dar rienda suelta a nuestro enojo es necedad (Prov. 29:11) y lleva a cosas peores (“Locuras” dice Prov. 14:17). Un hombre que abusa verbalmente y aun físicamente, es un hombre que no solo no merece respeto, sino que demuestra su falta de hombría. Este hombre necesita ayuda de Dios y de otros y debe buscarla lo más pronto posible antes de haya peores repercusiones incluyendo legales.
Pensé que con dos publicaciones serían suficientes para tratar con el tema del machismo en nuestra cultura. Pero creo que demanda una tercera parte en la que escribiré acerca de los roles de los esposos en sus hogares.
[…] mi publicación anterior escribí sobre cómo debe ser el hombre según lo diseñó Dios. Estos puntos generales van en […]