La pasión que debe dominarte es el evangelio. Quizás esto causa un poco de confusión pues piensas que esto es asunto teológico. El evangelio es algo que debemos compartir con otros. Esto es cierto, pero va más allá. Para el apóstol San Pablo el evangelio era la pasión que le motivaba en toda vida en todo lo que hacía. El evangelio era la base de su ética diaria. La doctrina de la resurrección basada en el evangelio, aunque es algo teológico basado en verdades empíricas de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, aplican a nuestra vida diaria, y debe de ser una motivación para vivir cada día para Él. Dos textos del Antiguo Testamento que hablan sobre la resurrección son Isaías 26:19 y Daniel 12:1-3. Estos textos establecen la base bíblica de la resurrección en el Antiguo Testamento. Los Corintios a pesar de que habían creído en la muerte y resurrección de Cristo (el evangelio) habían llegado a negar la resurrección corporal de los creyentes. Habían caído en la filosofía Greco-romana que negaba que el cuerpo sería parte de la vida después de la muerte. Esta idea había tomado control de algunos en Corinto y Pablo trata el tema comenzando con una explicación del evangelio. Hoy día también hemos caído en un error similar. Predicamos el evangelio que salva “almas” que decimos que estarán el en cielo pero poco mencionamos la esperanza de la resurrección, la consumación de nuestra fe y la restauración completa de la creación de Dios. En este capítulo Pablo trata el tema de la resurrección corporal de los creyentes y la restauración de toda la creación de Dios. Es el capítulo final del creyente. Es su esperanza y su anhelo.
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