Nuestra perspectiva es que queremos vivir aquí hasta ser viejos. Estamos habituados a considerar este mundo como nuestro hogar. Se entiende ya que no conocemos nada más que este mundo. Es aquí que nos sentimos en casa con nuestros seres queridos. Y sin embargo, la perspectiva bíblica es que nuestro hogar permanente no radica aquí. Nuestro hogar está en la Ciudad Celestial. Somos ciudadános del Cielo, un lugar real que transciende nuestra imaginación. Ese es nuestro hogar.
Así que, debemos vivir con esa mentalidad. Estamos de pasada como peregrinos, (Heb.11:13;1Pe. 2:11) llamados a vivir para el que nos llamó. Esto quiere decir que nuestras vidas deben estar enfocadas en buscar el reino de Dios y su justicia (Mt. 6:33). Implica que nuestros valores no son temporales y todo lo que hagamos sera siempre considerando el valor eterno que tienen o no tienen. (Mt. 6:19-21). Esto quiere decir que el valor central de nuestra vida, aparte de todo lo que podamos hacer para Él, debe ser compartir el mensaje de Jesús que dice “arrepentíos, y creed en el evangelio” (Mr 1:15).
Como el Salmista debemos hasta el día en que nos llame a Casa, “Jehová cumplirá su propósito en mí.” Salmos 138:8
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