Según Pablo en 1 Tesalonicenses 5:4-10, los creyentes somos hijos del día. Pablo nos describe (vv. 4-5) como personas que no estamos en las tinieblas.
“Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón.” v. 4
Pablo describe a los creyentes usando la analogía de la luz y tinieblas en relación al día del Señor. Hay un contraste obvio cuando dice “mas nosotros”. Ellos no están en tinieblas, en oscuridad espiritual. Ellos pueden ver claramente lo Dios está haciendo. Estar en la oscuridad es un estado en el cual una persona que no conoce al Señor permanece. La oscuridad es sinónimo de la maldad, las obras malas contrarias a la verdad de Dios. Vivir en la oscuridad impide implica no poder vivir ver la verdad de Dios de que el día del Señor se acerca. Efesios 4:18 lo dice así:
“teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón”
A estas personas, el día del Señor será “como ladrón”. Los Tesalonicenses ya no viven en la oscuridad ni hacen las obras de la oscuridad o maldad y por consiguiente aquel día no les sorprenderá como ladrón. Como creyentes Dios nos sacó de este mundo de tinieblas, de oscuridad espiritual ciegos a la verdad de Dios, haciendo las obras malas del dios de este siglo. Colosenses 1:13 nos dice que Dios nos trasladó “al reino de su amado hijo”.
Además los creyentes, somos hijos de la Luz y del día.
“Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.” v. 5
Pablo les dice a los Tesalonicenses que no solamente no están en las tinieblas sino que son hijos de luz, hijos del día y no “de la noche ni de las tinieblas”. Ser llamados “hijos de luz” o “hijos del día” quiere decir que es característica, lo que es parte de su naturaleza. Esta naturaleza vino del Señor cuando nos rescató de las tinieblas. Lo que nos distingue ahora es el hecho que entendemos lo espiritual, lo que proviene de Dios y vivimos en ese ambiente. Es un ambiente de luz y de día donde podemos ver claramente y seguimos viendo más claramente hasta que el Señor venga.
El punto de esto es entender que no tenemos temor al “día del Señor”. No pasaremos por este día, estaremos con el Señor para siempre. Y como hijos de luz y del día, el día se acerca cuando el estado nuestro no será afectado por nada en este mundo. Gozaremos de la perfección de la luz del día.
Pablo enfatiza el hecho de que somos hijos de la luz y del día diciendo que “no somos de la noche ni de las tinieblas”. Como creyentes, no hay un punto intermedio. Nuestra vida refleja a quién le pertenecemos.
Al reiterar esta verdad, Pablo quiere animar a los creyentes a seguir velando hasta la venida del Señor por su iglesia. Esto es en lo que se enfoca en los siguientes versículos.
La exhortación a estar preparados.
Como hijos del día o hijos de la luz, debemos velar y estar sobrios.
“Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.
Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan.” v. 6-7
La conclusión lógica de ser hijos de la luz, hijos del día que ya no viven en las tinieblas es que debemos estar despiertos, estar alertas y tener auto control. No estamos dormidos “como los demás”. Los que espiritualmente viven en las tinieblas o en la noche, duermen en la noche. Es decir, muestran el resultado obvio de su estado. Son insensibles a lo espiritual.
Pero los creyentes que han salido de ese ambiente están despiertos y están alertas espiritualmente. No somos insensibles a lo espiritual. No nos dejamos llevar por nuestros deseos sino que mostramos el control (sobriedad) en el área moral. Pablo les exhorta a seguir en ese estado de despertamiento velando espiritualmente.
Los que están sin Cristo están dormidos espiritualmente y sus vidas muestran con sus acciones inmorales que están en tinieblas. Es interesante notar que las personas generalmente se embriagan en la noche. La noche, se identifica como el tiempo para “gozar” de los placeres pecaminosos. Es para esto. El día es para trabajar y “portarse bien”. Esto es característica de los que no conocen a Cristo. Están dormidos espiritualmente. Lo espiritual no tiene valor. Por el contrario están “embriagados” con el pecado del mundo. La venida del Señor no está en sus mentes. No piensan en el juicio que vendrá en el día del Señor.
Además debemos vivir como hijos del día.
“Pero nosotros, que somos del día” v. 8a
En contraste (“pero”), todos nosotros dice Pablo “somos del día”. Nuestras acciones, como hijos de la luz o del día, reflejan que somos del día. No vivimos una vida insensible ni en desobediencia a la verdad de Dios.
También debemos llevar la armadura nuestra.
“seamos sobrios habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.” v. 8b
Debemos ser sobrios moralmente; mostrar el auto control en nuestra vida. Somos vigilantes (esa es la idea que Pablo presenta) que ejercen disciplina moral y espiritual. Esta sobriedad moral y espiritual como soldados del Señor requiere que llevemos puesta nuestra armadura. Es de esto que nos habla Efesios 6:13-17 pero aquí solo se enfatizan dos partes de la armadura que debemos llevar puesta continuamente para mantenernos alertas y con auto control.
Vestirnos con la coraza de fe y de amor. La coraza protege el pecho y el corazón. Como creyentes, debemos llevar puesta esta coraza de doble lado. Primero, la fe en el Señor Jesucristo. Debemos mantener nuestra relación con Él. Debemos también mantener el amor de Dios que demostramos otros. Ambos son necesarios e indispensables para mantenernos alertas espiritualmente.
Además debemos llevar el yelmo de la esperanza de salvación. El casco protege la cabeza, la mente. El yelmo que debemos llevar es la esperanza de salvación. Esta esperanza es la salvación completa que nos espera en el futuro. Debemos constantemente pensar en ella.
Esto que Pablo les escribe es recordatorio, ya que anteriormente les ha dicho que ellos muestran fe y amor y esperanza (cap. 1:4; 3:6; 1:8; 4:9-10). Es recordatorio también para nosotros. Pablo quiere que la triada fe, amor y esperanza sean parte de nuestro caminar como hijos de luz. Esto nos ayudará a estar listos para la venida de nuestro Señor.
¿Como creyente, estás despierto espiritualmente, no dormido? ¿Estás mostrando con tu vida que eres hijo de la luz, hijo del día viviendo una vida alerta y sensible espiritualmente? ¿Estás mostrando control en el área moral, vistiéndote con la armadura de Dios