El carácter nuestro como cristianos lo describió nuestro Señor en los primeros doce versículos de este capítulo. Ser pobre en espíritu, llorar por nuestro pecado y el de otros, ser manso, tener hambre y sed por la justicia de Dios, ser misericordioso, ser de limpio corazón, ser pacificadores, y padecer persecución es lo que nos distingue como seguidores de Jesús. Pero estos ejercen una influencia en el contexto que Dios nos ha puesto.
En este pasaje, nuestro Señor usando dos elementos comunes (sal y luz) nos enseña que somos indispensables en este mundo. Es por esto que estamos aquí. El nos muestra que hay una influencia “discreta” o más personal como sal de la tierra y una influencia pública como la luz del mundo. Estos versículos son una introducción a cómo vivimos las bienaventuranzas que miramos la semana pasada. Además nos enseña como nuestro carácter es una influencia en este mundo. Comenzando de este pasaje también nos enseña como debemos vivir nuestra vida en el mundo y como no debemos vivirla.
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