En el libro de Lamentaciones encontramos que el Señor tiene que castigar la infidelidad de Judá. Judá reconoce su error y su lamento es expresado en el capítulo 1;
Primero, reconoce que Dios es justo y que la culpa es suya.
“Jehová es justo; yo contra su palabra me rebelé.
Oíd ahora, pueblos todos, y ved mi dolor;
Mis vírgenes y mis jóvenes fueron llevados en cautiverio.” v. 18
Jerusalén confiesa que “Jehová es justo”. Ella sabe que lo que Dios ha mandado que suceda en su vida no es porque Dios es injusto, ni porque Dios quiere hacerle daño. A pesar de todo lo que le ha sucedido a Jerusalén, ella confiesa que Jehová es justo. La culpa no es de Dios.
Su confesión incluye el porqué le ha sucedido esta tragedia, “contra su palabra me rebelé.” La culpa es de Jerusalén que decidió decir “no” a lo que Dios le mandó hacer. Dios le llamó la atención a su desobediencia a través de sus profetas como el profeta Jeremías y le advirtió lo que vendría si no escuchaba su voz. Pero ella no escuchó.
Muchos hoy día culpan a Dios por sus pecados y sus resultados. ¿Porqué Dios permite esto si es justo? La verdad es clara: “Jehová tu eres justo”. El problema no está en Dios sino en nosotros. En lugar de acusar a Dios deberíamos confesar “yo contra su palabra me rebelé.”
Jerusalén invita a todos los pueblos que le ven a que le oigan y vean su dolor. Vean lo que le ha sucedido. Es una advertencia a todos de que Dios es el Juez. Las consecuencias que vinieron fueron severas para Jerusalén. Perdieron todo. Sus “vírgenes” y “jóvenes”, lo más preciado de su pueblo “fueron llevados en cautiverio”.
Nadie se escapa ni se escapará de su justo juicio. El libro de Jeremías (Jer. 46-51) habla del juicio que vendrá a todas las naciones.
La advertencia es igual para nosotros. Escuchemos hoy su voz. Si eres creyente te invita a ser desobediente y seguir en tu camino porque Dios te juzgará. Si no haz creído en Cristo, te invita a arrepentirte de tus pecados y creer en Él y no esperar el juicio de Dios.
Segundo, reconoce que ha sido engañada por sus amantes.
“Di voces a mis amantes, mas ellos me han engañado;
Mis sacerdotes y mis ancianos en la ciudad perecieron,
Buscando comida para sí con que entretener su vida.” v. 19
Los amantes de los que habló en los versículos 2 y 8-9, las naciones en las que Judá confió y le llevaron a ser infiel a Dios, le han engañado. No le dieron la ayuda cuando la pidió. Los líderes religiosos y los líderes de la ciudad perecieron “buscando comida para sí con que entretener su vida.” Perdió todos sus aliados. La infidelidad a Dios no trae buenas consecuencias. ¡Jamás!
Esta semana leía de la hija de un actor muy famoso que decía que ella era “poliamorosa” que significa que tiene relaciones amorosas con varias personas a la vez. Una de su justificaciones es que el problema con la monogamia es la infidelidad y bueno para evitar eso es preferible tener relaciones poli amorosas. Además dijo ella, que más que todo es acerca de la libertad. ¡Qué ridiculez!
Dios no le dijo a Israel que le incluyera en su circulo de amor con sus amantes paganos. Dios no le llamó para vivir para tener su libertad y hacer su voluntad. Dios le llamó para que fuera fiel al Señor. Dios pidió y pide fidelidad. Eso es la base del pacto entre Dios e Israel (y nosotros). Y cuando no le somos fiel a Él traerá malas consecuencias. Y a propósito, la base de la ética matrimonial está en nuestra relación con el Señor. El Señor es fiel conmigo y yo respondo siendo fiel a Él. Y porque soy fiel a Él soy fiel a mi esposa porque lo que él quiere es que yo modele su fidelidad.
Tercero, ella admite que está sufriendo mucho por su rebelión.
“Mira, oh Jehová, estoy atribulada, mis entrañas hierven.
Mi corazón se trastorna dentro de mí, porque me rebelé en gran manera.
Por fuera hizo estragos la espada; por dentro señoreó la muerte.” v. 20
Jerusalén esta sufriendo, siendo atormentada de gran manera que afecta su estado mental, tanto que siente calor dentro de sus entrañas. Es algo muy intenso. Su corazón, su interior está volteado o tan conmovido. El estado emocional es intenso.
La razón de este sufrimiento es “porque me rebelé en gran manera”. Una vez más, ella confiesa que ser rebeló (v. 18) pero añade “en gran manera”.
Pero no solo afectó su mente, su corazón y todo su estado físico sino que experimentó muerte dentro y fuera de la ciudad. No hay ninguna seguridad para ella en ningún lugar.
Este pasaje tiene aplicaciones para nosotros hoy día:
El Señor no está lejos de sus hijos pero el pecado afecta nuestra relación con Él. Y esto puede llevarnos a la rebeldía. Esto traerá consecuencias inmediatas como la falta de comunión con Él y otras consecuencias visibles. Contesta las siguientes dos preguntas de aplicación:
- ¿Qué puedes hace en tu vida para evitar que tu corazón se rebele contra el Señor?
- ¿Cómo estás dejando que otros hablen a tu vida para ayudarte evitar esto?
Recuerda que la infidelidad a Dios nunca traerá buenos resultados.