Para muchos de nosotros cuando pensamos en la idolatría, pensamos en lugares en Latinoamérica o países del tercer mundo con sus multitudes de dioses. Hoy en la India hay más de 330 millones de dioses. Los Hindúes adoran a 33 millones de dioses. No pensamos que nosotros tenemos ídolos o que practicamos la idolatría. Pero nos daremos cuenta que nosotros también fabricamos nuestros propios dioses. La esencia de la idolatría es hacer Dios a nuestra imagen y darle la adoración (el valor, el honor, el rendimiento de nuestra vida).
Esto es lo que aprendemos en el segundo mandamiento. En el primer mandamiento, Dios le dice a su pueblo que debe ponerle a Él primero en sus vidas. Deben amarle y servirle solo a Él. En el segundo mandamiento les dice que en su manera de adorarle no deben de usar representaciones tangibles de Dios. Esto es idolatría. El les dice las consecuencias que vendrán si lo hacen. Además les dice la gracia que les mostrará cuando le amen a Él y sean obedientes a Él.
Estas verdades aplican igual a nosotros hoy día. Como creyentes podemos caer en la tentación de Satanás de preferir lo de este mundo antes que adorar solo al Señor. Esta fue lo que trató de hacer en la tercera tentación que hizo al Señor. (Mateo 4:9-10)
Nos tentará a nosotros haciéndonos pensar que lo que hacemos es para adorar a Dios pero la realidad es otra. Son nuestros ídolos. ¿Cuáles? Nuestro trabajo, nuestra familia que decimos que Dios nos ha dado, toma el primer lugar. Pensamos también que adorar a Dios envuelve solo el día domingo. En el resto de la semana Dios es olvidado. Dios está interesado en nuestra obediencia y lealtad a Él antes que todo esto.