En el diseño de Dios el matrimonio es el enfoque principal, así que el enemigo hizo su estrategia para destruir la familia desde el comienzo. ¿Cómo sucedió esto?
La caída de Satanás fue el primer ataque sobre la armonía de Dios en la creación (Isaías. 14:12)
La base de esta caída fue el deseo de estar independiente de Dios o “Yo quiero hacer mi vida en mi manera.” Ya él quiere que todo el mundo desee lo mismo.
En medio de este conflicto el hombre fue creado. La relación entre el Creador y Su
criatura demostró la unidad, pero fue enredado con maldad.
Dios permitió que el hombre eligiera si iba a seguir la voluntad de Dios o preferir la rebeldía de Satanás. El matrimonio fue el enfoque del conflicto. (Génesis 3:15-16)
Por medio de haber creado a las dos personas distintas (hombre y mujer) Dios quería que aprendieran la unidad que reflejara la imagen de la Trinidad, y así se derrotaría el plan de Satanás.
El propósito del matrimonio, por excelencia, es el reflejar la imagen de Dios mediante el ejercicio de la mayordomía o administración de los asuntos sobre este planeta, Gn. 1:27-28. En palabras más amplias, el propósito del matrimonio, por excelencia, es reflejar la armonía de las facultades de Dios en sus relaciones interpersonales, mediante el ejercicio de la mayordomía, entendida ésta como la administración de los asuntos sobre esta tierra.
El varón y la mujer reflejan la imagen de Dios individualmente, porque cada uno es un ser vivo, con facultades personales, como son la conciencia, el razonamiento, la voluntad y los afectos; sin embargo, no es en ese único sentido en que el hombre y la mujer son la imagen de Dios. El Dios que hizo al hombre es más de una persona.
Esto es explícito desde el momento cuando Él creó al hombre. En Génesis 1:26 dice: Dijo Dios “hagamos”. Además, gracias al Nuevo Testamento sabemos que Dios subsiste en tres personas que se distinguen entre sí, y tienen funciones distintas, aun así esas tres personas subsisten en perfecta armonía. El matrimonio fue creado por Dios para reflejar ese aspecto de lo que Él es.
¿Cómo somos diferentes los hombres y las mujeres?
¿Cómo refleja esto la imagen de Dios? – Refleja sus atributos.
¿Como cristianos, pueden otros ver esto una realidad o ven la disfunción causada por el pecado?
Esto sugiere cuatro principios:
a. Las mujeres no son creadas emocional, espiritual, ni físicamente para crear a los hijos solas. Requiere que el hombre sea el líder, el pastor de su hogar y no solo dirija sino que enseñe a su familia.
¿Cómo desenpéñan esto en sus matrimonios?
b. Para que los hijos aprecien sus identidades sexuales, deben observar el ejemplo del matrimonio armonioso de sus padres.
Debe haber una muestra de afecto entre esposo y esposa que sea saludable y apreciado por los hijos.
¿Cómo demuestran apropiadamente este principio en su matrimonio?
c. Los roles (papeles) del esposo y la esposa se aprenden mejor por el ejemplo en casa.
¿Cómo demuestran apropiadamente sus roles?
d. La esperanza que un hijo aprendería el amor incondicional se realiza por la unidad y armonía demostrado entre sus padres como esposo y esposa
¿Cuáles son algunas maneras apropiadas y equivocadas de hacer esto?
Dos Ejemplos de el impacto en las generaciones:
Jonathan Edwards
Antes de seguir adelante con este estudio, enfoquémonos en una historia más sobre la herencia piadosa. Dios usó a Jonathan Edwards hace 250 años atrás para traer el avivamiento a la parte oriental de los EE.UU. Jonathan y Sara, su esposa, se comprometieron al Señor. La herencia cristiana de ellos se puede trazar en sus antecesores durante tres generaciones. Ellos comenzaron su matrimonio, sentando un firme cimiento y una visión de un hogar lleno de hijos fieles. Dios les dio once hijos y ellos se los devolvieron al Señor.
Al estudiar las vidas de Jonathan y Sara se nota patentemente que fueron ungidos por el Espíritu Santo. El fruto de esa unción se manifestó tanto en su hogar como en los demás aspectos de sus vidas. El orden en el hogar y el carácter de los hijos fueron tan notables que muchas personas los imitaron. Tales fueron sus atributos que el célebre predicador inglés George Whitefield, al conocerlos, cambió su actitud negativa con respecto al matrimonio. Y el notable guerrero de la oración y misionero David Brainerd planeaba casarse con una de las hijas de Jonathan, pero la pulmonía mató a David antes que la boda se realizara. La descendencia de los Edwards es maravillosa y es también un poderoso ejemplo de una herencia de múltiples generaciones piadosas.
Cinco generaciones de luz
Hace algún tiempo, en el estado de Nueva York, se realizó un estudio de la descendencia (hasta cinco generaciones) de Jonathan y Sara. Los números exactos no se saben, pero las estadísticas reportadas a continuación nos dan a entender la influencia que tuvo ese matrimonio. De cinco generaciones de descendientes de Jonathan se pudieron contar 729 hombres. De estos 729 hombres por lo menos 200 de ellos llegaron a convertirse en predicadores y 65 fueron maestros en varias escuelas bíblicas. Trece de los descendientes fueron presidentes de universidad y sesenta fueron autores. Muchos de ellos trabajaron en el servicio público, contando así a más de cien que ejercieron el derecho o fueron elegidos como jueces. Además, 60 de estos hombres se titularon como doctores y hubieron unos cuantos que fueron elegidos senadores y gobernadores de algunos estados de los EE.UU. Y hasta uno de los descendientes de Jonathan y Sara logró convertirse en vicepresidente de los EE.UU. Todos estos hombres fueron descendientes de una sola pareja que se consagró a criar a sus hijos para Dios.
Cinco generaciones de oscuridad
En el estado de Nueva York igualmente se hizo otro estudio en cuanto a una descendencia impía. Vale la pena fijarnos en este estudio, ya que el mismo demuestra lo que sucede cuando nos negamos a realizar nuestras responsabilidades. Max Juke y su hermano se casaron con dos hermanas. Ellos no fueron cristianos y rechazaron las enseñanzas de la Biblia. Más bien, ellos optaron vivir egoístamente y escoger su propio camino.
Dentro de las cinco generaciones descendientes de ellos sumaron 1.026 personas, incluyendo a las mujeres. De estos descendientes, 300 murieron antes de tiempo a causa de haber llevado una vida dura. 140 de ellos fueron encarcelados en un promedio de trece años cada uno y 190 mujeres de su descendencia fueron prostitutas. Además, alrededor de cien de los descendientes de estos dos hermanos fueron alcohólicos. Según los datos del estado de Nueva York (y esto para el año 1900, cuando el dólar tenía mucho más valor), el costo de cuidar a tantas personas descarriadas costó $1.200.000,00. ¡Cuán diferente al primer grupo estudiado! De cierto, “la justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones” (Proverbios 14.34).
El señorear y sojuzgar es una función cultural, enmarcada en la mayordomía que les fue delegada al varón y a la mujer a partir del matrimonio. La mayordomía se ejecuta mediante el cultivo de valores, principios y habilidades, las cuales contribuyen al cultivo de todas las demás áreas culturales. Al hombre, a partir del matrimonio, le fue dada la responsabilidad del desarrollo de la cultura entera del planeta. El planeta le fue entregado a ese hombre como un dibujo en blanco, y a partir del matrimonio, tenía que colorearlo, usando sus facultades.
Sin embargo, el objetivo de la mayordomía no era solamente administrar la creación. La administración del planeta tenía que llevarse a cabo mirando a un objetivo por excelencia: reflejar la imagen de Dios.
¿Qué áreas debemos administrar como mayordomos? ¿Cómo administran lo que Dios les ha dado para glorificarle?
a. La unidad produce el compañerísmo
“Pero en el Señor, ni el varón es sin [independiente de] la mujer, ni la mujer sin independiente del el varón;” (1 Cor. 11:11)
¿Qué hacen para tener compañerismo y desarrollar la unidad en su matrimonio y hogar?
b. El egoísmo destruye la unidad y el compañerísmo
¿Cómo demostramos muchas veces el egoísmo? ¿Qué actividades, hábitos o acciones demuestran egoísmo?
El propósito final de matrimonio es dar testimonio del amor que Cristo tiene para la Iglesia y como la Iglesia se somete a la voluntad de Dios. No solo es para que usted en el proceso disfrute los beneficios de vivir con su esposa, del placer producto de su intimidad, de tener hijos, de construir cosas juntos. El matrimonio debe ilustrar esa relación especial entre Cristo y la Iglesia. Imagínese la reacción del mundo en que vivimos si cada matrimonio reflejara la relación de Cristo y la Iglesia. Sería un poderoso testimonio, irrefutable y muchos llegarían a preguntar sobre el porqué de esta relación.
Esto es posible ya que Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para vivir de acuerdo a su verdad. La base es ser lleno del Espíritu Santo. Cuando caminamos en el Espíritu, podemos vivir de acuerdo al plan de Dios para el matrimonio.
Si no has dado tu vida a Cristo hoy puedes hacerlo. Él puede cambiarte y puede cambiar tu matrimonio.
a. El matrimonio debe reflejar la relación entre Cristo y la iglesia.
Pregunta: ¿Cómo lo han visto o no lo han visto en la práctica? ¿Puede el mundo ver esto en nuestro matrimonio?
b. Como Cristo ama y sirve a Su iglesia
¿Cuáles son algunas maneras prácticas que Uds. los esposos sacrifican a sus esposas?
c. Como la iglesia reverentemente esté sujeta a Cristo
¿Cómo demuestran o no demuestran las esposas este principio?
d. Como ambos roles funcionan para demostrar la armonía.
Principios:
1. Su matrimonio es mucho más importante de lo que se puede imaginar.
Afectará a generaciones.
Afectará su servicio a Dios.
Afectará su testimonio al mundo.
¿Cómo le estás dando la importancia que merece? La pereza, las ocupaciones y responsabilidades no deben ser excusas.
2. Reconozca que su matrimonio está en medio de un campo de guerra, no en una luna de miel.
No hay tiempo para ser laxos y bajar la guardia. Debemos proteger nuestro matrimonio.
Hay muchos enemigos que quiere destruir el matrimonio: la cultura está aferrada a redefinir todo lo que Dios ha diseñado y mandado.
¿Cómo vas a proteger tu matrimonio?
3. Estar en oposición con su cónyuge es estar en oposición con el propósito de Dios.
Es hora de dejar de pelear unos a otros y unirnos con el propósito de Dios de alcanzar a otros con el evangelio pero solo lo podremos lograr si vivimos el diseño de Dios en el matrimonio.
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