Para mi es uno de los días festivos favoritos no por la comida sino porque nos invita a pausar y dar gracias a Dios para todos sus beneficios para nosotros. También nos ayuda a entender que debemos estar contentos con lo que tenemos. El contentamiento es algo que hemos perdido debido al consumismo que comenzó después de la Segunda Guerra Mundial. El consumismo nos dice que necesitamos más aunque lo tengamos todo. Propaga la idea que mientras más tenemos, más felices seremos.
¿Cuál es el origen de este día?
Casi cuatro cientos años atrás, en 1620 llegaron a Plymouth Massachusetts unos Puritanos conocidos como Peregrinos originarios de Inglaterra que estaban de inmigrantes en Holanda. Ellos llegaron buscando vivir una vida pura y separada para Dios. Habían hecho un arduo viaje de 66 días en el barco El Mayflower. De los 102 pasajeros, solo 53 sobrevivieron el primer año debido a las condiciones severas del clima y la falta de sustento. Squanto, el único que quedó de la tribu Patuxet que había aprendido Inglés cuando había sido prisionero en Inglaterra, les enseño a plantar y sirvió como interprete e intermediario con la tribu de Wampanoag. Un año después celebraron su éxito en el cultivo haciendo una fiesta de Otoño. Esta celebración de tres días no fue llamada Día de Acción de Gracias sino hasta mucho después. Otros participantes de este evento fueron 90 Indios de la tribu Wampanoag y su líder Massasoit. Squanto fue el traductor y guía durante esta festividad.
Ese fue el comienzo de los Estados Unidos.
Parte de la Declaración oficial Nacional del Día de Acción de Gracias del Presidente Abraham Lincoln en 1863 dice: “Ninguna mente humana ha diseñado ni ninguna mano mortal ha construido estas grandes cosas. Son los gentiles dones del Altísimo que, aunque se molesta con nosotros por nuestros pecados, a pesar de todo tiene muy presente la misericordia.
He creído adecuado y apropiado que tales dones deberían ser reconocidos solemne, reverente y agradecidamente con un solo corazón y al unísono por todo el pueblo americano. Por tanto, invito a mis conciudadanos en cualquier lugar de Estados Unidos y también en tierras extranjeras, a señalar y guardar el último jueves de noviembre próximo como un día de acción de gracias y alabanza a nuestro Padre benefactor que mora en los cielos.”
¿Qué mejor día para agradecer a Dios para expresar nuestra gratitud? El Salmo 103 es mi favorito en este día. El salmista se recuerda a sí mismo que debe bendecir, hablar bien de Dios. Es con razón que lo hace, ya que somos propensos a olvidar el bien que Dios ha hecho tanto material, (“El que sacia de bien tu boca”) como físico (“El que rescata del hoyo tu vida”), emocional (“El que sana todas tus dolencias), y espiritual (“El es quien perdona todas tus iniquidades”) en nuestras vidas (no se diga lo que otros hacen por nosotros). Te invito a que lo leas, lo medites, mires que Dios no solo suple lo material sino que es el único que te da contentamiento completo. Dilo a Dios como un acto de agradecimiento por todas sus bondades.
Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Y no olvides ninguno de sus beneficios.
El que sana todas tus dolencias;
El que te corona de favores y misericordias;
De modo que te rejuvenezcas como el águila.
Y derecho a todos los que padecen violencia.
Y a los hijos de Israel sus obras.
Lento para la ira, y grande en misericordia.
Ni para siempre guardará el enojo.
Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.
Engrandeció su misericordia sobre los que le temen.
Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
Se compadece Jehová de los que le temen.
Se acuerda de que somos polvo.
Florece como la flor del campo,
Y su lugar no la conocerá más.
Y su justicia sobre los hijos de los hijos;
Y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.
Y su reino domina sobre todos.
Poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra,
Obedeciendo a la voz de su precepto.
Ministros suyos, que hacéis su voluntad.
En todos los lugares de su señorío.
Bendice, alma mía, a Jehová. (RV, 1960)
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