Cuando hablamos de lo creado, sabemos que todo tiene un origen o una causa. Todo, incluyendo a las personas excepto Dios. Dios es la primera causa de todo según la Biblia.
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” (Gén. 1:1) La palabra “crear” en este caso es crear algo “exnihilo” o de la nada. Esto es una imposibilidad humana. Nada de lo que nosotros “creamos” es creado de esta manera. Usamos los elementos que Dios ha creado para hacer algo. Así que solo Dios es la primera causa de todo. Además de esto, no solo es la causa de todo, sino que es la única causa sin causa. Esto es confuso porque nuestras mentes no captan esta posibilidad. En otras palabras, Dios no tiene origen. Dios es eterno. Dios es todopoderoso. Como tal es el único que puede crear de la nada. Él es el dueño de todo, tiene toda la autoridad y control sobre toda su creación. ¿Por qué creó Dios?
“Ningún mundo en particular es necesario para Dios. La creación es el acto libre de Dios. No hay ninguna compulsión o necesidad externa sobre Dios; nada fuera de Dios antes del comienzo que diga: “Dios, por alguna razón aparte de ti, debes crear un mundo”. “No es, pues, necesario que Dios quiera que el mundo exista siempre” (Tho. Aq., ST1 Q48). Dios podría haberse abstenido por completo de crear, si no hubiera sido porque su bondad se alegra irrefrenablemente de ser compartida.”[1]
Además de esto, encontramos que Dios es el creador de todo ser humano. La creación de Adán la encontramos también en el libro de Génesis. La biblia nos dice cómo sucedió esto,
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” (Gén. 2:7). Dios hizo al hombre del polvo o de la tierra y le dio su aliento de vida. Esto le hizo “un ser viviente”, un ser no solo que está vivo físicamente, sino que tiene el “espíritu” de Dios en él. El hombre no es solo materia sino alma y espíritu. Esto lo distingue de todas las criaturas creadas. El hombre y la mujer fueron creados para tener comunión con Dios. Pero como ya sabemos el resto de lo que pasó, está relación espiritual se rompió cuando ambos pecaron (Génesis 3).
Esto no quiere decir que el hombre dejó de reflejar la imagen de Dios. Aun en su separación espiritual de Dios, el hombre y la mujer reflejan la imagen de Dios. Reflejan cualidades que Dios les impartió (atributos comunicables) como la habilidad de relacionarse con otros, de entender lo que es malo y bueno (moralidad), de entender, razonar y sentir (intelecto y emoción), de participar de lo espiritual, y aun de gobernar sobre la creación. Cada persona lleva la marca de la imagen de Dios y es por esto que toda vida es sagrada. La imagen de Dios puede ser restaurada a través de nuestro Señor Jesucristo, el perfecto humano que vino, murió y resucitó por nuestros pecados. Al creer en Él nuestra relación espiritual con Dios es reestablecida y aunque no hay perfección completa, tenemos el poder de Dios en nuestras vidas para vivir para Él. Podemos disfrutar de nuestra relación con nuestro Dios y con nuestro Salvador Jesucristo a través de su Espíritu Santo. Disfrutar a Dios y ser feliz fue parte del porqué nos creó Dios. Tomás de Aquino escribió: “El Único que es feliz en el sentido completo de la palabra es el que es eternamente feliz: Dios. Todas las criaturas son en alguna manera son capaces de compartir en esa felicidad eterna. (Tho. Aq., ST 1 Q26)”.[2]
Entender estas verdades deben llevarnos no solo reconocerle a Él como el único Dios verdadero a quien le pertenecemos sino a adorarle con nuestra vida diaria. Esto quiere decir que todo lo que hago, lo hago para agradarle a Él. Toda mi vida debe ser vivida en total dependencia en Él siendo guiado por su Verdad, la Palabra de Dios.
Como “portadores” de la imagen de Dios restaurada, nuestro deber es también compartir con otros las buenas noticias de nuestra restauración con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Queremos que muchas más personas puedan tener la relación que se perdió en la caída original del hombre y de la mujer. Llegará el día cuando nuestro Señor Jesucristo vendrá y restaurará todo completamente incluyendo la transformación de nuestros cuerpos para poder vivir con Él en su reino por toda la eternidad. Estas son muy buenas noticias, las mejores noticias para nuestro mundo.
[1] Citado en Classic Christianity, A Systematic Theology por Thomas C. Oden.)
[2] Ibid.