Un aspecto muy importante de la cultura hispana es la idea de ser personal y el ser hospitalario. Este es un atributo que va en contra de ser impersonal o individualista que es frecuente en nuestra cultura estadounidense. El personalismo y la hospitalidad se ven en todos los aspectos de la cultura hispana. Es evidente en la familia que se extiende a algo más que a los miembros inmediatos. No es raro que amigos de mucho tiempo que han sido “adoptados” participen en funciones familiares. En nuestra familia tenemos varios amigos cercanos a los que consideramos familia.
A los hispanos les gusta conocer gente y pasar tiempo con ellas. Es por eso que hay muchas “fiestas” bien atendidas para cada ocasión. Por lo general, hay una gran cantidad de comida (que vamos a discutir en un post posterior), música fuerte y mucha emoción.
A los hispanos les encanta visitar a los demás (y ser visitados) lo cual no requiere pre-programar. Les gusta ser espontáneos. Todo esto es parte del personalismo y la hospitalidad lo cual es un concepto difícil para que la cultura estadounidense entienda quién a menudo requiere programación y notificación antes de una visita. En una ocasión, decidí visitar a un amigo americano sin hacérselo saber. Me dijeron que tenía que llamar antes de aparecer.
El personalismo y la hospitalidad también se muestran en la forma en que las personas son recibidas y tratadas sin ningún tipo de cuidado para el estatus social. Cuando alguien asiste a un evento o visita a alguien, la persona es tratada calurosamente y por lo general con un apretón de manos, abrazo y/o beso (en su mayor parte con el sexo opuesto, aunque el beso de hombre a hombre no es totalmente desconocido en América Latina). Los huéspedes se sienten como en casa (“Mi Casa es Su Casa”) y la hospitalidad se expresa de múltiples maneras. Por ejemplo, ofrecer comida, preguntar si la persona se siente cómoda, permitiéndoles ver un programa de televisión o deporte favorito, etc.
Al compartir el Evangelio es importante considerar varias cosas en lo que se refiere al personalismo y a la hospitalidad. Primero, a los hispanos les gusta ser tratados como personas reales, no como un número o un proyecto. Quieren conocer a los demás y ser conocidos. Es importante construir relaciones con ellos antes de compartir el Evangelio. Esto puede llevar tiempo, pero una vez que se convierten en creyentes, comparten su fe con su extensa red social que incluye a familiares y amigos. En segundo lugar, asista a los eventos sociales a los que está invitado. Esto es importante para construir relaciones. Al llegar es importante saludar a todos con al menos un apretón de manos. Lo mismo se repite al salir del evento. Nadie debe ser excluido para evitar el riesgo de ser ofensivo. En tercer lugar, es importante practicar la hospitalidad con ellos también. Nada los desanimará más de asistir a la iglesia que un lugar donde la gente es fría y no muestra ninguna hospitalidad. Esto se puede hacerse ofreciendo un buen abrazo e incluso ofreciendo una comida después del servicio.
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