4. El Nombre de Jehová Nos Lleva a Seguir su Enseñanza (ser obediente) v. 55
“Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová,
Y guardé tu ley.”
Su nombre no quiere decir su nombre personal como nosotros lo usamos. En este caso está hablando de su nombre, su carácter, quien es Él tal como ha sido revelado en su Palabra nos lleva no solo a conocerle más sino a obedecer, “guardar” su ley.
Para el salmista sucede en la noche, en la oscuridad (en estos tiempos no había luz) que viene este reconocimiento de quien es Dios para él. Es algo que toma mucha fe. Es en la noche que nosotros tendemos quejarnos más o tener más ansiedad e inseguridad. Pero para el salmista la noche era para acordarse del nombre de Jehová y determinar ser obediente a Él.
Su Palabra nos dice quien es Él. En el pasado hemos estudiado los atributos de Dios. Es particularmente evidente el nombre de Dios en los Salmos. ¿Cómo es Dios en los Salmos?
Este nombre en el Nuevo Testamento se llama Señor Jesucristo. Filipenses 2:9-11 nos dice esto:
“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.”
Mabel era una ancianita de ochenta y seis años que había vivido en un hospital para convalecientes por más de veinte y cinco años. Un pastor iba seguido a visitar este hospital a pesar de que no era un lugar favorito, donde si han visitado antes, el olor al orín es evidente, ancianitos en condiciones demacradas pasan sentados por horas. En este caso particular este pastor caminaba en un pasillo buscando a alguien a quien pudiera darle una flor. Allí encontró a Mabel que estaba en una silla de ruedas. Tenía una cara horrenda ya que el cáncer había carcomido parte de su cara. Esto hacia que constantemente votara saliva de su boca. Estaba ciega y no escuchaba con la ayuda de aparatos en el oído. En este hospital, las nuevas enfermeras eran asignadas a ella porque eran pocos los que podían aguantar tal condición.
El pastor no sabe porque pero le habló y le dándole una flor le dijo, “Aquí está una flor para ti. Feliz día de las Madres.” Ella dijo, “Gracias, me encanta. Pero ¿puedo dársela a alguien? Como puedes ver estoy ciega.” “Claro” dijo el pastor y fueron a dársela a otro paciente, al cual le dijo Mabel, “Toma, es de parte de Jesús.”
Esto motivó a este pastor a formar una amistad con ella y a conocerle más. La iba a visitar una o dos veces por semana. Algunas veces le leía de la Biblia o cantaban himnos. Ella recitaba pasajes de la Escritura y de los himnos de memoria. El se daba cuenta que para ella todo esto no era solo un rito sino algo significante para ella. El nunca notaba que se quejaba de su soledad o dolor excepto a través del énfasis que hacía en las palabras de la Biblia o de los himnos.
En una ocasión el pastor le preguntó, “¿Qué piensa Mabel hora tras hora, día tras día, semana tras semana sin saber que día o que fecha es hoy?” Ella dijo, “Pienso acerca de Jesús”. El le dijo, “¿Qué piensas acerca de Jesús?”
Ella respondió: “Pienso lo bueno que ha sido conmigo. El ha sido muy bueno conmigo. Soy una de esas personas satisfechas. A muchas personas no le interesa mucho lo que yo pienso. Muchas personas piensan que soy anticuada. Pero no me importa. Prefiero a Jesús. El es para mi el todo en este mundo.”
Luego de esto Mabel comenzó a cantar el himno,
“Jesús es todo el mundo para mi,
Mi vida, mi gozo, mi todo.
El es mi fuerza día a día.
Sin El caería.
Cuando estoy triste, voy a El.
Cuando nadie me puede alegra, voy a El.
Cuando estoy triste, El me hace feliz.
El es mi amigo.
Fuente”: https://michaelgrose.wordpress.com
citado del libro John Ortberg “The Life You Always Wanted”
Mabel no vivía en su pasado. Recordaba lo que su Señor había hecho por ella. Ella sabía lo que era acordarse en la noche del nombre del Señor. Conocía personalmente a su Señor que le había salvado y por esto guardaba su ley en su corazón aun en las circunstancias tan difíciles que se encontraba.
La quinta verdad que debemos recordar es que
5. La Palabra de Dios es su Recompensa v. 56
“Estas bendiciones tuve
Porque guardé tus mandamientos.”
Este último versículo es paralelo al versículo 50. Ambos comienzan con “esta”. Es la Palabra de Dios que le da consuelo en la aflicción y es ella su recompensa (bendiciones) porque ha sido obediente a los preceptos o mandamientos del Señor.
¡Que diferente es la actitud del salmista a la que vemos hoy en el cristianismo! Hay dos extremos que vemos hoy. Uno es el de buscar la recompensa como si fuera una competencia. Queremos ganarnos el premio mayor en el cielo. Trabajamos como si la salvación fuera por obras. Pero esto es equivocado bíblicamente. Es la motivación incorrecta.
La segunda postura que tomamos es la de apatía. Ya el Señor nos salvó y no necesitamos hacer nada, excepto “portarnos” bien, ir a la iglesia, asistir a actividades especiales, y dar “limosnas” para ayudar a Dios. Esto es también equivocado.
Para el salmista su recompensa era la Palabra de Dios. “Estas bendiciones” tuvo por medio de la obediencia a los mandamientos del Señor. ¿Porqué?
Porque la Palabra revela el nombre de Jehová y al ir obedeciéndola va conociendo más a Dios. Esto es la mejor recompensa. Esto será lo que haremos en la eternidad, le conoceremos. Sí, serviremos, reinaremos, pero el centro de todo es nuestro Señor con quien tendremos comunión toda la eternidad. Conocerle no terminará jamás.
Mientras estemos en este mundo, nuestro deseo debe ser conocerle a través de su Palabra y ser obediente a Él. Esta es nuestra mayor recompensa.
¿Cómo comenzar a documentar lo que Dios ha hecho en tu vida?
1. Dedícate a estudiar y memorizar la Palabra de Dios. Escribe lo que Él ha hecho. Te recomiendo una Biblia de Apuntes donde puedas ir anotando lo que Dios ha hecho y sigue haciendo y hará.
2. Un diario personal. Escribe lo que Dios te está enseñando y lo que quiere que hagas.
3. Si no eres dado a escribir, toma fotos de eventos, experiencias que te ayudan a recordar lo que Dios ha hecho en tu vida.
Debemos decir: “Verdaderamente, mi vida cuando la rendí a Cristo, llegó a ser de Él. Él tiene control de ella aunque muchas veces me hago creer que soy yo la gobierna. Mi vida le pertenece, por lo tanto mi historia es su historia. Soy parte de su historia y no lo opuesto. Así que todo lo que yo soy o seré está vinculado con quien es El.”
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